Hoy por hoy se valora la posición social, la casa, el coche,... sin darnos apenas cuenta de la importancia de tener un trabajo y de otras, como salud y juventud.

Me fijo constantemente en las cifras del paro que se dan en el telediario y en noticias, como la regularización de la situación de los inmigrantes, para la dicha de encontrar --como tantos otros-- un trabajo en ésta nuestra España.

Ahora soy un demandante de empleo y mis datos figuran en el SEXPE, pero no me han llamado nunca jamás para nada y eso que en mi currículum figura que estoy dispuesto a trabajar en todo aquello que sea afín e incluso que no lo sea.

Ya llevo 9 meses y la desesperación empieza a hacer mella en mí y en la familia. Tengo cuarenta y muchos años, dejé mi casa, mi ciudad y mi trabajo por motivos familiares y ahora estoy en una nueva ciudad sin motivación alguna y sin ánimo de encontrar nada, pues el tiempo te va marcando y es muy difícil mantener la sonrisa, mientras la familia tira como puede .

Cuando voy a algunos sitios, empieza la gran lista de preguntas --edad, referencias, conocidos,...-- para terminar con ya le llamaremos . Cuando te contratan (con esto quiero decir, que algunas veces sí se te da de alta en la Seguridad Social), lo hacen por el mayor tiempo de prueba posible --tres meses-- y después que has sacado trabajo adelante, que lo has luchado y que empieza a subir tu moral, te despiden con viento fresco y un adiós. A ti te queda el mal sabor, el esfuerzo ingrato y no reconocido y la posibilidad de volver a apuntarte en las listas del paro, porque tampoco tienes derecho a subsidio ni nada similar.

Hoy como todos los días, mi ilusión es la misma; encontrar trabajo, mi sitio en la sociedad y dormir faltándome la desilusión de no haberlo encontrado. T.L.L. Cáceres