XUxn conocimiento superficial de la historia basta para probar que España no es más plural ni diversa que otras viejas naciones de la UE, como Francia y el Reino Unido, o nuevas, Italia y Alemania.

No son, pues, el rigor y la fidelidad a los hechos del pasado, sino la rentabilidad del discurso político que maneja las diferencias territoriales históricas, sin importar su origen o relación causal con el presente, la que hace subir el valor del particularismo, el agravio, el victimismo y, desaforadamente, la similitud con las naciones oprimidas. Para simplificar, nos referiremos a cuatro ideas de España, de la estructura o modelo territorial del Estado, en pugna política.

1. La España de la Constitución de 1978, que se fundamenta en la unidad de la nación, reconoce y garantiza el derecho a la autonomía y la solidaridad entre comunidades autónomas. Esta Constitución ha permitido grandes avances en cohesión territorial y social, en igualdad de derechos y oportunidades y, por supuesto, en deberes y obligaciones de los ciudadanos. En un estado unitario muy descentralizado, las autonomías deben ofrecer a cualquier español un nivel de bienes y servicios garantizado con carácter general. Si no pueden financiarlo con recursos propios, con recursos complementarios de la hacienda estatal, responsable final de esa nivelación. No se puede privilegiar a una autonomía con facultades que no tengan otras. Más aún, atribuir a los gobiernos autonómicos competencias exclusivas del Gobierno central resquebrajaría el ordenamiento jurídico-político.

2. La España, como nación de naciones, en relación federal asimétrica con Cataluña, que propone Maragall . Se busca la lectura más generosa de la Constitución para, por la vía de los hechos, avanzar en una relación bilateral. Esta idea sale muy reforzada con la aprobación de un nuevo estatuto de autonomía en el parlamento catalán, en cuyo preámbulo se reconoce a Cataluña como nación. Artur Mas , que considera irrenunciable un modelo de financiación similar al cupo vasco , finalmente consintió en una redacción, como el mismo declaraba, con un lenguaje asumible por el tripartito, pero que atribuye a la Generalitat la facultad de decidir la aportación catalana a la hacienda estatal . Los nacionalistas manifiestan sin ambages que les pesa la solidaridad entre ciudadanos españoles. En el soporte de las reivindicaciones, cada vez más intransigentes, está la balanza fiscal, no la balanza económica, aquélla que mide los flujos entre las empresas catalanas y el mercado español. Se omite que muchas de las empresas multinacionales localizadas en Cataluña o de las propias catalanas viven de los consumidores españoles. Si la economía española crece les favorece, y lo contrario.

3. La España del ámbito vasco de decisión segregado y, al mismo tiempo, con estatus libre asociado, en relación bilateral al margen de la Constitución, acumulando situaciones de hecho, pero guardando las apariencias de pertenecer a un Estado miembro de la UE. La pujanza de esta idea es difícilmente separable del sistema de financiación privilegiado, aunque constitucional, del que ha sacado gran provecho el nacionalismo en el poder, el cupo vasco , que les libera de los compromisos de solidaridad entre españoles; y, más aún, del terrorismo de ETA, que pretende acabar con los partidos no nacionalistas. Si no es con estatus libre asociado, "¿cómo se resuelve el conflicto, ¿a tortas?", se preguntaba Ibarretxe , quien hace unos días, en el Alderdi eguna , repetía tercamente que el nuevo estatuto aprobado por el Parlamento vasco "es el único documento que trata de aportar una solución a este problema político", haciendo caso omiso al rechazo del Congreso de los Diputados.

4. Como extensión de la idea anterior, el estatus libre asociado sería una opción para todas las autonomías, dentro de algún tipo de organización de naciones unidas del Estado español, para mantener la cobertura en el límite marcado por la UE, que no admite que se segreguen territorios de un Estado miembro.

*Economista