De todas las historias de las clases de Religión y la catequesis, la de David y Goliat era de las más inspiradoras. Entre tantos mandamientos y tanto vagar por el desierto, esa era una crónica épica, la del joven y humilde pastor David, que, con tan sólo una piedra, logra vencer al gigante Goliat y liberar a su pueblo.

Pronto se va a cumplir un mes desde que una niña de 16 años, Ahed Tamini, fue detenida y sacada de su casa en el medio de la noche para ser puesta a disposición de un tribunal militar por abofetear y dar unas patadas a un soldado. Tamini procede de una familia de activistas palestinos y es bien conocida desde hace años por su lucha contra la ocupación israelí. Porque cuando se nace en Palestina la primera y casi única decisión posible es la de elegir entre la resistencia o la rendición. La menor afronta doce cargos como agresión con agravantes, incitación a la violencia o lanzamiento de piedras. Y ella se ha convertido en la cara visible de otros 300 niños palestinos detenidos, once de ellos en aislamiento, según la ONG Defensa de Niñas y Niños Internacional. ¿Se imaginan que en España una niña fuera puesta a disposición de un tribunal militar por una bofetada? ¿No es acaso Israel un Estado que también se presupone democrático y valedor de los derechos humanos?

Un Estado que durante décadas ha ido acorralando y expulsando a palestinos con más y más colonias, como las que tratan de evitar la familia de Ahed. Ellos viven en la aldea de Nabi Saleh, en el noroeste de Ramala, Cisjordania, tierra en la que desde 1967 se han establecido más de 200 asentamientos en los que viven hoy unas 600.000 personas, según el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados. Esta realidad no sólo elimina la posibilidad de un Estado palestino con las fronteras establecidas por las Naciones Unidas sino que además coloca a los palestinos en una ratonera, cercados en sus propias casas.

En qué momento una niña furiosa que se lanza torpemente sobre un soldado armado puede ser una amenaza para uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Tan poderoso como lo era Goliat, fuerte y arrogante. La sociedad israelí debe reflexionar sobre cuándo dejo de ser David para convertirse en el gigante. Aquél que fue derrotado por una sola piedra.