Desde las Elecciones Europeas en que irrumpió en el mapa electoral, se ha escrito tanto, ha habido tantas entrevistas, tanta presencia mediática de Podemos y sus líderes más visibles que se ha perdido la perspectiva de cómo empezó, cómo ha evolucionado su discurso y cómo han ido cambiando sus propuestas.

Tras un año de montaña rusa en la política española, tras los avatares del «año en funciones» que Iglesias le regaló a Rajoy, en el momento presente resulta difícil identificar aquél Podemos que hablaba de proceso constituyente, de cambio de régimen, de la casta, de lo viejo y lo nuevo, del asalto a los cielos, de democracia/participación/horizontalidad, de Grecia, Venezuela…. Con este Podemos que ha incluido en su vocabulario el patriotismo, el orden, el sentido común, la necesidad de volver a ilusionar a la gente (o sea, que ha habido desilusión) que no se puede seguir a base de golpes de efecto (o sea, que ha habido muchos «golpes de efecto», por no llamarlo ocurrencias). Sin embargo, para una mirada distante desde la izquierda pero sin fobia ni filia, no hay sorpresa. Todo aquello y todo esto tiene su lógica, una lógica triste y aplastante.

Veamos. Podemos es la obra de un grupo de polítólogos inteligentes. Como el dermatólogo es experto en la piel o el oftalmólogo en los ojos, el politólogo es experto en política. En un momento muy concreto, en un país cabreado o indignado por mil razones, con la inestimable ayuda de algún magnate de la comunicación, con una hábil mezcla de sociología, marketing y publicidad elaboraron un producto que en el mercado político conectaba con millones y millones de personas. El discurso original de Podemos, atractivo y contagioso, resultaba agradable a los oídos de votantes del PP, del PSOE, de IU, de nacionalistas y de muchos ciudadanos que estaban lejos de la política. Todo esto tuvo un gran impacto en las urna y convirtió a Podemos en fenómeno a estudiar, en modelo a seguir e incluso para algunos impacientes, en alternativa.

Pero el tiempo pasa, a veces más rápidamente de lo que nos gustaría y la realidad le quita brillo a las ilusiones y encanto a los sueños. Podemos, con el voto en popa a toda urna, llegó a los Ayuntamientos y a los Parlamentos autonómicos, empezaron a tomar decisiones y como diría un castizo, a retratarse. A pesar de muchas iniciativas interesantes, progresistas y bienintencionadas, los cambios urgentes y deseados no se hacían visibles, las entradas que vendieron ¡y que les compraron! para el paraíso, no llevaban ni siquiera al purgatorio. Los desahucios aunque con menos impacto mediático, continúan, los pisos cerrados de la SAREB siguen casi todos vacíos y la pobreza energética sigue cobrándose víctimas.

En otro ámbito, hemos visto como son los procesos internos en Podemos. Ni horizontales, ni participativos, ni plurales, (o al menos mucho menos de lo que vendían) con expulsiones y defenestraciones de los no afines al más fuerte, cayendo en los vicios y reproduciendo o empeorando los esquemas de los «viejos partidos» que ellos tanto criticaron. Se podría afirmar que Podemos ha envejecido prematuramente. No debe extrañar por tanto, cierto estancamiento y bloqueo electoral de la formación morada que las encuestas anunciaban antes de las últimas elecciones y que después se confirmó en las urnas. Perdieron votos aunque mantuvieron la representación y la foto de la noche electoral cuando se conocieron los resultados era una de esas imágenes que dice más que mil palabras. El descalabro, si así se puede calificar la no consecución de ninguna de las metas propuestas tales como el famoso sorpasso o disputarle el primer puesto al PP, no lo fue tanto por la aportación desde IU del puñado de votos suficiente para salvar un buen número de diputados.

Y EN ESTAS ESTAMOS. Podemos está inmerso en un debate sobre ellos mismos. Tras el enorme éxito inicial, ante los evidentes signos de desgaste y pérdida de encanto, ya sea por su dinámica interna, por la constatación de su camaleonismo o la irrelevancia desde la contestación permanente, los diseñadores de la máquina política perfecta, tratan de introducir cambios para que el rendimiento siga siendo el que era y evitar la caída en picado.

En esta huida hacia adelante plantean un debate aparentemente novedoso como si hubiese dos Podemos o dos vías diferentes para mantener (en sus propias palabras) la ilusión inicial. En este escenario, esquematizado, Pablo sería el radical e Iñigo el sensato. Uno quiere seguir reventando las calles y plazas porque allí nacieron y de allí se alimentan y el otro prioriza las instituciones y tener sentido común, porque intentando asaltar los cielos no ganarán nunca.

¿ Este es el novedoso debate que tiene Podemos? ¿Este es el quid de la cuestión hoy? ¿ Esta es la duda estratégica (calle/instituciones) que dirimen Pablo e Iñigo? Pues como en otras ocasiones, novedad ninguna. Ese es un debate viejo y manoseado, quizás el más viejo y manoseado en los partidos de izquierda que tratan de conseguir el poder y cambiar la realidad. ¡ Instituciones o Calle! ¡Reforma o Revolución! ¡Déja vu!

Ni Errejón es el sensato ni Iglesias el inmaduro, o viceversa. Planteando esa dicotomía, esa vieja discusión en 2017, lo que es inmaduro es Podemos como fuerza política y como organización. Es un debate de parvulario político, no de facultad y hace tiempo que se hizo. El PCE (después IU lo heredó) lo tenía resuelto, definiéndose con una expresión afortunada como «partido de lucha y de gobierno». En román paladino, hay que estar en la calle, en los centros de trabajo, en el campo y en las fábricas (no sólo en las redes sociales) y a la vez hay que estar en todas las instituciones que se pueda, tener concejales, diputados, alcaldes… Ya lo decía Anguita: «Para avanzar tenemos que tener un pie en la calle y otro en las Instituciones». La muestra suprema de inmadurez es pensar que se puede avanzar a la pata coja.

Quizá, situar en esos términos el debate de Vistalegre II no sea un error de principiantes ni un gesto de «nuevos ricos de la política» sino algo más calculado y elaborado. Quizá la propuesta sin ser novedosa, ¡que lo saben! es muy oportuna en este período de espera de desgaste del PP, con riesgo de fractura o desgaste irreversible en el PSOE, con IU cansada de ser minoritaria que ha renunciado a ser una izquierda autónoma y con C’s que puede seguir desinflándose a favor del PP. Quizás el análisis de polítólogo aconseja ganar tiempo y esperar a que fallen los otros. Y como la realidad social no a va mejorar de forma sustancial, puedes demonizar a los demás que serán culpables de todo. Mientras, tú consolidas tu organización y llegado el momento, podrás seguir sembrando deseos y esperanzas. Tiene lógica.

Y en ese caso, siempre será más productivo tener una dirección bicéfala que cubra el flanco de los duros/radicales, y a la vez el de los sensatos/razonables ¡que también está inventado! ¿No les recuerda al tándem A.Guerra / F. González? No hagan quiniela sobre el resultado. Es obvio que Vistalegre II responderá a la lógica que requiere el momento: Refundación, debate, síntesis, ni vencedores ni vencidos, plurales pero unidos, transparencia e integración y un objetivo común que aglutine a todos. A la próxima, sorpasso y victoria.

Lo dicho, nada nuevo, pero por algo son los más listos de la clase.

*Excoordinador regional de IU-Extremdura.