Compre usted una lata de medio kilo de cualquier producto en conserva, ábrala, deshágase de la tapa, vacíe su contenido en otro recipiente para su posterior consumo, coja un martillo y un buril, y haga varios agujeros en la base de la lata, luego otros dos, uno opuesto al otro, en la superficie lateral, junto al aro que ahora forma la boca. Tome un alambre de un metro de largo aproximadamente y enganche sus extremos a los orificios horadados en la pared de la lata para formar un asa. Una vez listo el artilugio, introduzca en él un par de hojas de periódico, y encima del papel ponga varios trozos pequeños de madera, prenda fuego al papel, empuñe el asa de alambre y comience a hacer girar la lata en vertical. Cuando la pose de nuevo, los trozos de madera arderán sobre el papel en ascuas y habrá convertido esa lata en una rudimentaria asadora de castañas. Sé que a muchos de ustedes no les descubro nada nuevo, pero estoy seguro de que sí les he incitado a recordar lo que hace años los chiquillos llamábamos el día de las castañas , Día de Todos los Santos para los adultos, que se celebra mañana. Día en el que la muchachería salíamos en bandadas con nuestras latas al campo y buscábamos un lugar donde encender los cachivaches para asar las castañas.

Hoy los chicos no asan las castañas, las cuecen en el microondas, pero no saben igual. A los chicos españoles empieza a gustarles más la fiesta de Halloween, que es la versión anglosajona del día las castañas, aunque se celebra por la noche y los chicos se disfrazan de fantasmas y brujas para asustar a los vecinos que no les ofrezcan golosinas. Muchos colegios están fomentando la fiesta de Halloween introduciéndola en sus actividades escolares. Por lo tanto no se extrañe si el día de las castañas se presentan en su casa unos niños disfrazados de monstruitos y le piden caramelos y chocolate. Usted no se asuste que es peor, déles un puñado de castañas, que son más sanas; y una lata para asarlas.