Bajar los tipos de interés para ayudar a la reactivación económica es una receta tan reiterada en todos los manuales de economía que los académicos califican siempre de ortodoxa. Es el camino que tomó el jueves el Banco Central Europeo (BCE), que preside Jean Claude Trichet, rebajando medio punto su tipo de interés de referencia, hasta el 2%. Con esta decisión, renunció también a la eficacia que supone no manifestarse sobre decisiones de futuro y dio a entender que esa política se iba a mantener unas cuantas semanas. No obstante, y a la vista de cómo han actuado los bancos que controlan las otras dos grandes divisas --dólar y yen--, la del BCE aún parece una medida tímida.

La decisión supone tanto un alivio como un aviso. Si hay abaratamiento del precio del dinero en la cabecera del río financiero, hay que esperar que esa abundancia llegue hasta los afluentes: la red de sucursales de bancos y cajas. Y que estas lo trasladen a sus clientes es, hoy por hoy, lo más urgente, para que no aumenten las listas de parados.

El BCE ha bajado el precio del dinero que presta a la banca porque está más que alejado el riesgo de inflación, que parecía ser su principal preocupación hasta hace poco. Lo corrobora, también, el dato del IPC del 2008, que hasta hace poco era de los más altos de la eurozona y que se ha quedado en el 1,4%.