Siempre pensé que el archifamoso cuento de Monterroso, el cuento más corto del mundo, había dado gloria a su autor porque la pereza, como decía Pompidou, es un elemento motor de la humanidad. El cuento --no lo reproduzco literalmente, aunque quizá sí-- dice así: "...Y cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí". Punto final. Y es que los problemas siempre siguen ahí, aun cuando no durmamos y velemos, pero sin poner realmente los medios para que el dinosaurio desaparezca.

Llevamos unos días en los que el dinosaurio sigue en su puesto, engordando, quizá creciendo y siempre vigilando, seguramente para mal, nuestros sueños. El Gobierno tiene, pesando sobre su chepa, dos dinosaurios, que no parece que provoquen precisamente insomnio al inquilino de La Moncloa: uno de los dos dinosaurios se llama inmigración, el otro se llama terrorismo.

Cierto que la caza al dinosaurio ha comenzado. El ejecutivo, quizá aguijoneado por las cien medidas propuestas por la oposición --nada realmente nuevo de un modo excepcional, siento decirlo-- , planteará mañana miércoles a la oposición un plan de actuación conjunta. Quizá debería proponer ese plan de coordinación primero a los propios ministros, que se desparraman en acciones aisladas y poco conjuntadas: Trabajo, Interior, Defensa, Exteriores, Sanidad y, por supuesto, las dos vicepresidencias, compiten a la hora de ofrecer una imagen de eficacia con sus actuaciones en la lucha contra esos ilegales que cada día por centenares se cuelan por nuestras fronteras del sur, del norte, del este y del oeste. A mí me resulta claro que acaso Zapatero debería plantearse algo más radical, como la creación de un Ministerio para la Inmigración, que acapare todos los poderes ahora disgregados. Pero no parecen ir por ahí los tiros.

XY CLAROx está que, acorde con su línea, la oposición dirá no a las ofertas de consenso que se lancen desde el Ejecutivo este miércoles en el Parlamento. Entre otras cosas, porque en el ser de este PP está el no por principio, y porque en el carácter de este Gobierno se halla el no ofrecer los pactos en serio, sino como un trágala. Es una lástima, una auténtica lástima, que Zapatero y Rajoy , porque cada uno se debe a lo que piensa que se debe, no sean capaces de entenderse. Así van las cosas.

El otro dinosaurio es, desde luego, la negociación con ETA. El Gobierno noruego admite, aunque no oficialmente, que hay contactos de alguien con alguien en una localidad cercana a Oslo. Y lo hace a las pocas horas de que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba , negase tajantemente informaciones periodísticas españolas, yo pienso que muy solventes, en el sentido de que los contactos previos ya han comenzado, precisamente en las proximidades de Oslo.

El gran monstruo devorador de equipos gobernantes es la falta de credibilidad. Y ello vale tanto para las repatriaciones clandestinas, que parece que se están llevando a cabo masivamente en condiciones que nadie puede certificar, porque se hacen desde las sombras, como para esas prenegociaciones con la banda terrorista. Incluso quienes nos mostramos más favorables a la negociación rechazamos esas tácticas que consisten en desmentir lo que es evidente, en tratar de despistar a la opinión pública. Está claro que una negociación de esas características no se transmite por la radio, pero una cosa es una cosa y otra, otra.

Y en estas anda el Gobierno: entre dinosaurios que le acusan de no decir la verdad a los españoles, al menos en estos dos temas. Y que nadie vea que diciendo esto caemos en ninguna de esas bajas conspiraciones, esos dinosaurios de papel y de ondas radiofónicas, que pretenden que los socialistas mienten en otras cuestiones que nada tienen que ver con los dos problemas que tratamos que, estos sí, son grandes asuntos de Estado. No como esos caldos de cerebro que hierven en la cabeza de algunos enloquecidos que sólo pretenden echar a los gobernantes de ahora, al margen de las urnas, para poner a los suyos . Por favor, no nos metan a todos en el mismo saco, que no se trata de eso, aunque a algún Goebbels de opereta le parezca que todos los críticos y todas las críticas somos iguales. Que no, hombre, que no.

*Periodista