Que la existencia de Dios no se puede probar, a pesar de los sesudos intentos de Agustín, Tomás y tantos otros, parece irrefutable. Que desde que el mundo es mundo el hombre --y la mujer-- han necesitado el consuelo de creer en algo eterno, también. Que el Dios de los Ejércitos ha provocado catástrofes sin cuento, es indiscutible. Que la idea de que Dios es Amor puede reconciliar a cualquiera con la existencia, evidente. Que el hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, sea un lobo para el hombre, es terrible. Que algunos llamaron opio a la religión es histórico y que unos pocos, después de poner la otra mejilla dieron y siguen dando su vida por el prójimo, heroico. Que Dios se convirtió en excusa para cometer las mayores atrocidades, no se duda. Que es estomagante la superioridad que exhiben muchos, sólo por el hecho de creer en Dios, aunque les importe un bledo actuar como El les pide, es asombroso. Que para demasiados, dios es el dinero, no hay quien lo niegue. Que para otros es peor ser un sindios que un sintecho, se da por comprobado. Que a la mayoría de los jóvenes de hoy, pensar en Dios se les antoja exótico, lo compruebo cada día. Que Unamuno, el pobre, andaba desesperadito por no poder creer, y también Machado cuando escribió aquello de "siempre buscando a Dios entre la niebla" y a tantos, en cambio, su probable inexistencia les sugiera un regocijante carpe diem , es paradójico. Que resulta casi imposible no creer en Dios cuando leemos El gigante egoísta y casi imposible creer en él cuando leemos los periódicos, es inquietante. Que a menudo Dios llora en la tierra, entre las diminutas mortajas ensangrentadas de Gaza, en los campos del hambre africanos, en los mercados incendiados de Irak o de Israel y ríe cuando un niño nace, cuando un anciano sonríe o cuando brilla el sol, puede ser sólo poesía pero resulta consolador. Que Dios ande ahora en los autobuses es sin duda signo de los tiempos pero ni mucho menos tan emocionante como aquel inolvidable "Hoy la he visto, la he visto y me ha mirado. ¡Hoy creo en Dios!"