Está de moda las encuestas y consultas populares. Por todo hay que hacer consultas o encuestas, aunque algunas sean obvias, otras intrascendentes y más de lo que desearíamos, interesadas.

Las hay en Madrid, pero también las tenemos aquí.

Empecemos por Madrid, una encuesta que ha costado más de 1 millón de euros para que poco más de 210.000 ciudadanos voten si amplían las aceras de la Gran Vía. Teniendo en cuenta que Madrid tiene 3.293.601 habitantes, que en las últimas elecciones votaron más de 2.300.000 ciudadanos y que Ahora Madrid, obtuvo 519.210 votos, me pregunto (además de la evidencia de la relevancia que entre propios ha tenido la encuesta) si no hubiese sido más fácil y económico haber incluido en el programa electoral la ampliación.

Eso o explicarle a los ciudadanos para qué votan en unas municipales y quién los representa a todos en la corporación municipal, elegidos democráticamente y que tienen su voz en las comisiones, grupos y toma de decisiones, pues con las consultas se está poniendo en duda la legitimidad de las instituciones, incluida la que realiza la consulta.

También en Extremadura tenemos encuestas, menos caras, eso sí, pero fuera de lugar, al tener los mecanismos propios y democráticos para tal fin.

La semana próxima se pasará a los centros una encuesta sobre los deberes escolares a padres y madres, a alumnos y a docentes.

Me pregunto si dichos colectivos no están representados ya en los distintos ámbitos educativos y en los organismos destinados a tratar dichos asuntos y cabría preguntarnos entonces para qué sirven.

Desde el propio centro, donde debiera dirimirse estas cuestiones hasta el Consejo Escolar de Extremadura. Pues no, se ve que hay que disfrazar con una excusa lo que sabemos además de un error, es una injerencia ilícita a la profesionalidad docente, que es formar para el futuro, no solo estar cinco horas cuidando niños.

Para este viaje no hace falta alforjas, los alumnos prefieren no tener deberes, los padres y madres que se quejan serán los que votarán y los docentes, aunque esto les suponga más trabajo, seguirán recomendando deberes escolares, por bien del alumno, no del suyo propio, y sólo con eso sería suficiente para darse cuenta de lo absurdo de la encuesta. Quiten los deberes y los resultados motivarán otra consulta, ¿debemos volver a los deberes?