Vivimos en un país en el que el sueldo medio ronda los 21.500 euros anuales, en el que un 65% de las personas que conservan su empleo son mileuristas, un 20% de la población activa se encuentra en el paro y un millón de desempleados no cobra ya ningún tipo de prestación. Vivimos en un país en el que gran parte de la ciudadanía ha visto con buenos ojos que el Gobierno rebajase un 5% el sueldo de nuestros funcionarios, simplemente porque tienen su puesto de trabajo asegurado y todo el mundo ha de arrimar el hombro para salir de esta crisis. Ahora bien: si se trata de los trabajadores de Metro de Madrid parece estar mal visto criticar una huelga que ha paralizado la capital de España. Estamos hablando de empleados públicos cuyo sueldo base anual supera en 3.000 euros ese sueldo medio nacional, que tienen 42 días libres anuales, a los que su empresa, pública y no privada, concede, entre otras cosas, préstamos personales sin intereses; de trabajadores públicos a los que no se les rebajará el sueldo un 5%, sino un 2,5%, y no porque lo haya decidido el gobierno central, sino porque lo ha aprobado el gobierno autonómico madrileño. Estamos hablando de trabajadores con los que parece que hay que solidarizarse, cuando en este país han perdido su puesto de trabajo un millón de personas en el último año, y muchos otros lo han mantenido a costa de ver reducido su salario en mucho más de un 5%. Vivimos en un país en el que muchas pequeñas empresas se han ido a la quiebra, pero en el que muchas grandes se han aprovechado de la crisis para despedir trabajadores en aras de mantener sus beneficios. Y con este panorama, que se repite fuera de nuestras fronteras, nos vienen a pedir solidaridad unos señores que trabajan para una empresa pública, una empresa que pagamos todos los ciudadanos de este país? Que hagan huelga si quieren, están en su derecho, pero que nadie me pida solidaridad con quien no es capaz de ver lo que tiene a su alrededor.

Alberto Ros **

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