Iñaki Gabilondo se pegó a la actualidad inmediata antes de la tertulia: 76 muertos en las carreteras españolas durante el puente de la Constitución. Le confirmaron, desde París, que el Gobierno francés que dirige el primer ministro Jean-Pierre Raffarin obtiene éxitos persiguiendo a conductores temerarios. Eduardo San Martín se apuntó a las denuncias: "No sólo hay que elevar las sanciones como en Francia, sino agilizar los procedimientos para que se ejecuten. Aquí hay todo un entramado de despachos que se dedican, casi en exclusiva, a evitar que esas sanciones sean efectivas alegando defectos de forma. Y lo consiguen". Josep Ramoneda empezó solemne: "¿Por qué esta epidemia de accidentes es invisible?". Razonó: "Hay problemas objetivables: el mal estado de las infraestructuras, el poder de los lobis del automovilismo --no se entiende que se puedan fabricar coches que corren a 200 por hora cuando el límite de velocidad es de 120-- y la cuestión psicológica: ¿Cuántas frustraciones vuelca el ciudadano sobre el coche para que se convierta en intocable?". Pidió "una revolución cultural" contra la mala conducción.

El análisis más reposado de la tertulia lo aportó José María Ridao: "Un accidente es noticia si es grande, pero no cuando el número de muertos se produce por un goteo. Lo importante de Francia es que no admiten el argumento de la fatalidad o la falta de conciencia del conductor. Entienden que también es un problema del Gobierno francés sancionar con dureza la mala conducta de los automovilistas. Aquí seguimos con las campañas publicitarias".