El próximo viernes (lo digo con tiempo: si alguien se interesa, aún quedan entradas), la calurosa noche emeritense, acostumbrada a escuchar las voces de mitos clásicos como Antígona o Edipo, recibirá las de un grupo que es un mito de nuestro tiempo: Scorpions, banda de rock alemana fundada hace ya más de medio siglo.

El cantante Klaus Meine, los guitarristas Rudolf Schenker y Matthias Jabs, el batería sueco Mikkey Dee y el bajista polaco Pawel Maciwoda interpretarán himnos vitalistas como Rock You like a Hurricane o Big City Lights, temas políticos como Wind of Change o Crossfire y baladas de amor como Still Loving You o No One like You.

Con más de cien millones de discos vendidos, están considerados la banda de rock más importante de Europa continental (el Reino Unido es división aparte) pero grupos como Scorpions es casi imposible que surjan hoy en día. A pesar de su voz única e inconfundible, si su vocalista Klaus, bajo, calvo y poco agraciado, se presentara a una discográfica actual, sería descartado por feo y preterido a favor de cualquier veinteañero guaperas y resultón.

Un estudio de una universidad inglesa concluía que las personas a las que gusta el rock son de media más inteligentes que las aficionadas al pop o al tecno (no digamos al reggaetón).

No extraña: el rock ha transmitido siempre un mensaje de inconformismo y vitalidad, que no llega a los que se ponen los cascos para atontarse con sonsonetes.

Ya en el instituto nos distinguíamos claramente (¿os acordáis, Use, Manolo, Agustín?) quienes escuchábamos a Nirvana, Smashing Pumpkins o Soziedad Alkohólika de quienes se limitaban a lo que les echaran en los 40 Principales.

No puedo evitar sentir simpatía por ese conductor de autobús que escucha Rock FM en lugar de la COPE, por más que los propietarios sean los mismos.

Normalmente, quien oye a Metallica o Héroes del Silencio tendrá cosas más interesantes que decir que quien escucha Lady Gaga o Luis Fonsi, aunque por supuesto haya excepciones.

Hay algo de conmovedora voluntad de pervivir (ojalá fuera verdad que los viejos rockeros nunca mueren) en los directos de AC/DC (con su cantante amenazado de sordera), los Rolling o los Scorpions, que a sus sesenta y muchos años siguen siendo en espíritu unos bad boys running wild, a los que, para quien pueda, será un privilegio escuchar en Mérida. No suelen pasar por nuestra región ni equipos ni bandas de primera división, pero en este caso la capital extremeña será una de las dos únicas paradas que haga este grupo en su gira europea. Cantantes hay debajo de cada piedra, escorpiones será difícil que encontremos.