Escribir un best seller (o superventas, por usar la voz castellana) es uno de los deseos -confesos o inconfesos- de numerosos autores, incluidos muchos que, tratando de aparentar cierta autoridad moral, dicen escribir para sí mismos, de espaldas a cualquier pretensión de éxito comercial.

Parir un libro de estas características es muy difícil. El término best seller es en sí reductivo, pues alude a un número selecto y por tanto escaso de libros -también de discos- que lideran los índices de ventas.

¿Se puede enseñar a alguien a redactar un superventas? Tengo serias dudas. Los estudios de mercado rara vez aciertan. Pregúntenle a las editoriales. Muchas de ellas malviven durante años sin conseguir un solo superventas, y otras, más afortunadas, lo consiguen con el libro menos esperado.

La ilusión por conseguir un superventas ha generado una serie de manuales -con títulos como Cómo escribir un best seller o similares- que pretenden ser un faro para los autores. Ojo: no se afanan en orientar a los escritores hacia la calidad literaria, sino hacia las ventas, cuantas más, mejor.

Sorprende que estos libros que a priori enseñan a escribir superventas lleven en no pocas ocasiones la firma de auténticos desconocidos que nunca han escrito uno. He hojeado algunos de estos manuales y he detectado ingenuidades léxico-gramaticales y conceptuales que me han hecho dudar de sus presuntas bondades.

Son los signos de estos tiempos. Si youtubers que no son dietistas guían irresponsablemente a miles de seguidores a seguir dietas milagrosas, ¿por qué habría de asombrarnos que escritores aficionados se lancen a explicarnos, aunque sea en ediciones pagadas de su propio bolsillo, cómo conseguir un éxito editorial que ellos nunca han disfrutado?

Bienvenidos al diletantismo, una profesión con futuro en una sociedad multifuncional en la que todo el mundo cree saber de todo.