Me preocupa el globo sonda del ministro de Educación, Angel Gabilondo, sobre la posible obligatoriedad de ir al colegio hasta los 18 años, y digo "ir al colegio" porque otra cosa muy distinta es estudiar hasta los 18 años. Mi experiencia profesional respecto de la obligatoriedad de ir al colegio hasta los 16 años no fue demasiado positiva, ya que muchos de los docentes que nos dedicamos a la enseñanza en esta franja de edad sabemos que bastantes de los supuestos beneficios de dicha obligatoriedad se apoyan en unos resultados estadísticos alterados artificialmente. Muchos de esos informes no reflejan realmente lo que los profesores descubrimos en las evaluaciones, sobre todo las de final de curso. Los profesores conocemos también muchos casos de alumnos que pasan cursos enteros sin hacer nada en el colegio. Y estos estudiantes también salen en las estadísticas, aunque solo sea porque están escolarizados. Por sorprendente que parezca, un buen número de ellos obtienen el título de graduado escolar y, por tanto, salen en el apartado de los titulados de Secundaria. A menudo, la propia obligatoriedad es la causante de la conflictividad de estos alumnos. Reflexionemos: ¿cómo actuaríamos nosotros si nos obligaran a estar durante seis horas diarias encerrados en un lugar en el que no entendemos prácticamente nada de lo que nos dicen porque no nos interesa en absoluto? Y sin alternativas de otro tipo, porque asistir a clase sería obligatorio. Considero que lo que debería ser obligatorio es que los jóvenes trabajaran si no quieran estudiar. No quiero ni imaginar el panorama que se nos presenta si obligamos a ir al colegio a alumnos de 17 o 18 años que no quieren ir. Tendremos problemas.

J. Pérez **

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