Aminetu Haidar es una mujer a la que no conocía (antes de que hiciera una huelga de hambre). Forma parte de una causa que se intenta ocultar, sobre todo por parte de la Administración española, seguramente avergonzada por su responsabilidad histórica con el Sáhara y por unos intereses comerciales que la sitúan del lado de Marruecos. Pero esta causa es visible en Cataluña gracias a los comités de apoyo a los saharauis; sus miembros explican la opresión de los marroquís, reclaman un referendo siempre postergado e invitan a niños saharauis a pasar unas pequeñas vacaciones fuera de los campos de refugiados. Días atrás, la televisión metió en las casas de todos a esta mujer de hierro que hizo una huelga de hambre para no dejarse pisar más. La mayoría de los ciudadanos han podido entender que las causas que la llevaron a arriesgar su vida debían de ser muy fuertes, lo que nos ha inducido a informarnos mejor del caso. Las autoridades marroquís han hecho declaraciones en las que no solo quieren justificar la ocupación del Sáhara, sino que dan argumentos insustanciales que demuestran su prepotencia. Mientras que los ciudadanos opinan que hay que celebrar el referendo (aprobado por la ONU), el Gobierno de España, al igual que Francia y EEUU, apuesta por solucionar la incómoda actitud de Haidar cediendo a las aspiraciones de Marruecos de ser el país administrador del Sáhara hasta que se haga dicha consulta. Quiero pensar que solo ha sido una maniobra y que esos países que juegan a ser los hermanos mayores de los demás están decididos a poner a Rabat en su sitio. Espero que el Gobierno español nos represente a todos, no solo a las empresas españolas con intereses en Marruecos.

J. Oriola **

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