Aspirante al título de villano mayor de Europa es ese diputado machista y xenófobo que se aprovechó de su cargo para disparatar, defendiendo la brecha salarial entre hombres y mujeres porque estas últimas son, somos, más débiles y más tontas. Escribo de memoria.

El ridículo personaje quedó así como el colmo de la desmesura, un esperpento aislado de escasa significación. Como si no fuera bastante disparatado que en nombre de la democracia y en la cuna de la democracia se permita la exhibición de atentado tan grave a la dignidad y a la igualdad de las personas.

Entonces, allá por marzo, los responsables de la institución acordaron una sanción proporcional a la gravedad de los hechos. Le quitaron las dietas y le suspendieron por una temporada. Corta.

El lunes volvió por sus fueros el angelito Janusz Korwin- Mikke y le escupió a la española Iratxe García que la culpa de la baja natalidad en Europa la tienen, la tenemos, las mujeres porque todos se empeñan en que trabajen, trabajemos, fuera de casa. No estuvo solo el iluminado, sino que contó con el apoyo de un diputado del Frente Nacional que se rebelaba contra la petición de nueva sanción al polaco ridículo y aprovechaba para relacionarla con la deriva represiva manifestada en la orden de arresto contra Puigdemont. Otros dos cualificados aspirantes al título.

Pues bien. Es hora de decir sin complejos que algo funciona rematadamente mal si se confunden las garantías democráticas con la barra libre en que se convierte la Eurocámara cuando en ella se permiten defender impunemente supuestos declaradamente ilegales. Aparte de lo contentos que deben de estar los partidarios del prófugo por contar con semejantes defensores.

En España, por no ser menos, nos desayunamos ayer con la encuesta según la cual para un 27,4 % de los jóvenes la violencia machista es normal en la pareja. Con este porcentaje de justificación interiorizada no extraña que, pese a la grandilocuencia de campañas, condenas y gestos, sigan muriendo mujeres mes a mes.