El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, no quiere interferir en la carrera previa a las primarias del PSOE, bastante ha intervenido ya, seguro que no falta quien lo afirme, y desde hace un mes evita los micrófonos y grabadoras de los periodistas. No está el horno para bollos, el mar parece haberse encalmado un poco, y las posiciones están claras con dos precandidaturas lanzadas, Sánchez y López, y aún calentando ruedas la máquina de Susana Díaz que con Eduardo Madina ha conformado el tándem clásico del PSOE.

Siempre hubo dos almas, dos balanzas para compensarse y centrarse, con contenidos ideológicos que han ido evolucionando conforme lo hacía la historia y el partido, de las que son ejemplos las comparaciones conocidas de Indalecio Prieto-Largo Caballero en las bandas derecha e izquierda respectivamente, o la exitosa Felipe González-Alfonso Guerra, que en Podemos ha tenido una efímera traslación con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

De eso se habla en el PSOE, de lo que está tardando en ‘declararse’ la presidenta de Andalucía, y de la posible incorporación final de Patxi López a ese equipo como candidato a la presidencia del partido.

Pero además de no querer enredar ni interferir, el presidente de la Junta ha hecho este viernes una declaración de su desacuerdo con los cánones oficiales de la comunicación política, al afirmar en una conferencia celebrada en la Asamblea de Extremadura y como mensaje resumen, que no es suficiente, ni conveniente, ceñirse solo a la canalización de mensajes por los medios de comunicación entendidos como tales.

Sabido es que el presidente ha iniciado hace unas semanas una operación de utilización de las redes sociales, fundamentalmente Facebook, porque entiende que es la vía por la que se informan, y opinan, no solo los jóvenes según ha señalado, sino también la población en general, y ha admitido haber recibido el impacto «cuando llego un día a mi casa en Olivenza y me dice mi suegra que me ha estado siguiendo ese día por Facebook». Su suegra conocía la agenda de actos de la jornada, y lo que había dicho o hecho en cada uno de ellos.

Hace un par de meses, añadía aunque sin explicar el origen de la reflexión, cayó en la cuenta de que si bien su blog había sido una vez modelo de comunicación directa entre político y ciudadanos, la cosa había decaído. Facebook viene a ser hoy «la glorieta de Cuatro Caminos virtual», como esa plaza situada al noroeste del casco urbano de Madrid ha sido siempre cruce de comunicaciones y punto de encuentro, principio y final de líneas de metro y autobuses.

«Instagram y videos», le recomendaron para mejorar su comunicación política personal y como presidente de la Junta. Por eso empezó a «transmitir en directo» en Facebook, con resultado desigual y criticado por el columnista Tomás Martín Tamayo, a quien en su conferencia del viernes Vara no mencionó aunque sí aludió a esas críticas.

Al margen del interés que pueda tener, perdón por la expresión, cómo se lo monta el presidente de la Junta, las reflexiones que hizo sobre el contenido, y el aire que se respira, en las redes sociales, son interesantes porque se han convertido en la hoguera donde todo el que se atreve a proponer algo, o simplemente abre la boca con un esbozo de opinión, es inmediatamente incinerado. Parece como si la frustración --laboral, vital, económica o de país-- la estuviéramos todos volcando en esa olla a presión, donde parecería que se hace realmente la política en vez de en el Congreso de los Diputados.

Es cierto que, y se recordó al hilo de que en la manifestación proferrocarril de Badajoz tendría que haber habido más gente, la gente hoy solo se manifiesta en Facebook y Twitter, únicamente se moviliza ahí, ya sea para dar centenares de like peloteros, o para despellejar también por cientos al osado que se plantea reflexionar sobre el presente y futuro de España.