WEw l presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, volvió ayer a manifestarse sobre un asunto que ha formado parte recurrente de su discurso: el de poner límites al desarrollo estatutario. Ayer dijo que había que establecer un pacto de Estado --lo llamó ´un pacto de concordia´-- para acabar ya con dicho desarrollo. Y lo argumentó así: "Tiene que llegar el día en que podamos decir que se ha acabado de construir la España de las autonomías, porque si no va a estar siempre inacabada. Siempre habrá un nacionalista con cinco diputados que diga, ´sí, pero quiero más´, y esto no puede ser".

El presidente habla con sentido común... pero muy posiblemente sus palabras caerán en saco roto. Incluso dentro de su propio partido, que ha sido el que ha alentado la revisión de los Estatutos, los cuales si en algo se parecen es en que todos establecen una carrera por aumentar el techo competencial, es decir, mantienen esa reivindicación autonómica a la que Fernández Vara desea poner fin.

Por otro lado, si la idea del presidente extremeño fuera compartida por la dirección nacional del PSOE tal vez habría acometido una verdadera reforma de la ley electoral actual, que consagra ´ad aeternum´ la sobrerrepresentación de los partidos nacionalistas y, con ella, la posibilidad de ´chantajear´ al partido nacional en minoría que gobierna. Poner fin al desarrollo autonómico es una necesidad. Una necesidad política y económica, pero no se vislumbra voluntad de acometer esta tarea, empeñados los responsables políticos en mantenerse en el poder o llegar a él por encima de cualquier otra consideración.