El final de la legislatura ha sido como una sucesión de historias para no dormir, sobre todo por las tonterías de los socialistas y la voracidad depredadora de los populares. Al fin las cosas se han quedado en su lugar, con los Presupuestos aprobados, con las bromas del aborto despejadas y con la ministra de Fomento merecida pero injustamente reprobada en el Senado. Los dirigentes del PP, que se olvidaron al minuto del consenso antiterrorista tras el atentado de Francia, han seguido utilizando el asunto de ETA hasta el último segundo, dándole vueltas y vueltas a una noria estúpida que sólo conduce al regocijo de los terroristas, cuya única victoria ha sido la división de los dos grandes partidos. Se niegan a reconocer que la política antiterrorista del Gobierno Zapatero ha sido más eficaz que la suya, como cantan todos los números: los atentados, las detenciones, la instancia a los Tribunales para juicios con condena. Que se nieguen todo lo que quieran, pero las verdades resplandecen y los españoles son mucho más inteligentes de lo que ellos se creen.

Ahora enfilamos ya las elecciones del 9 de marzo con los temas ya supermanoseados, lo que hará que los políticos agucen su ingenio para tirarse los trastos a la cabeza con alguna posibilidad de impacto. Tras quince años de sequía, tendremos dos debates electorales entre Zapatero y Rajoy en plena campaña, que pueden ser muy importantes para el resultado de los comicios. En 1966, 2000 y 2004 los debates no fueron posibles fundamentalmente por el cierre del PP, que siempre ha temido que le fuese desfavorable esa prueba del fuego democrática que es el debate libre y directo de los candidatos. Las confrontaciones entre Zapatero y Rajoy siempre han resultado victoriosas para el primero, especialmente en el último debate sobre el estado de la nación, a primeros de julio de este año, cuando le infringió una derrota de escándalo. Pero eso es impredecible y cada uno tiene que emplearse a fondo para sacar ventaja, lo que además redunda en el máximo interés de la prueba para los espectadores y oyentes. Bienvenidos sean.