WEwl pasado febrero, el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil , anunciaba la presentación oficial en la Santa Sede de la reclamación para que se modificaran los límites de la diócesis de Toledo con el fin de que Guadalupe se integrara en territorio eclesiástico de Extremadura. El prelado se hacía eco, así, de un sentir que se ha puesto de manifiesto en multitud de ocasiones, una de las últimas en el acto institucional del Día de Extremadura, cuando el presidente de la Junta hizo esa misma reclamación. Pero la última expresión de esa reivindicación la han hecho en el mismo Toledo, y ante el palacio arzobispal, los integrantes de la Casa de Extremadura en Sevilla, que le han hecho llegar al arzobispo Antonio Cañizares más de 2.300 firmas. Nadie del Arzobispado bajó a recogerlas, pero ello no empaña el gesto, precisamente de unos extremeños de fuera de la región que muestran que los símbolos no se emborronan con la lejanía. Se sabe que la disputa sobre Guadalupe se resolverá en Roma y que la recogida de firmas no será decisiva, pero sí sirve de recordatorio de cuál es la voluntad popular, precisamente un argumento que el arzobispo extremeño empleó ante la Santa Sede para defender la extremeñidad de la Patrona.