El fútbol es un deporte muy accesible, porque se puede jugar en cualquier superficie llana entre cualquier número de personas. Es un deporte de masas, porque no hay país en el mundo dónde no se practique. Es una oportunidad para muchos chicos de países subdesarrollados para salir de la pobreza. Es un gran negocio, porque los directivos de los clubes mueven las billeteras para que se muevan los jugadores, como si fuesen artículos de mercado, y los aficionados especulan sobre precios y calidad de la mercancía.

Esto y mucho más se puede decir del fútbol. Como que tu amigo Enrique ya está nerviosito perdido, porque los dos próximos meses se quedará sin su chute semanal de fútbol televisado. «Te tienen enganchado diez meses con veinte partidos a la semana, y te dejan dos meses sin una sola dosis. No sé si lo resistiré», te dice mientras hace zapping compulsivamente buscando un mísero partidillo que calme su ansiedad futbolística.

Y mira tú, justo en un repaso por las cadenas deportivas, da con la imagen de Cristiano Ronaldo, al que se le tiene envidia por ser «guapo, rico y un gran jugador» --así se calificó él en una entrevista--. Nadie duda de que a este chico le sobra belleza, dinero y calidad futbolística. Sin embargo, le falta humildad.

Pero la imagen de Cristiano Ronaldo en la televisión no se debe a un anuncio de apuestas deportivas, ni a una entrega de balón de oro, ni al alzamiento de la copa de campeón de la Champions, sino a que Hacienda le acusa de defraudar 14,7 millones de euros. ¿Y cómo ha reaccionado Cristiano? Como lo haría un niño consentido. Declarándose inocente, pidiendo al Real Madrid que le defienda públicamente, y amenazando que se va del club blanco. Buen jugador es, pero no imprescindible. De hecho Portugal ganó la final del Campeonato de Europa con él en el banquillo desde el minuto 16.

Ya hay tema para el verano. Los aficionados tienen algo extraordinario de qué hablar. A falta de eventos futbolísticos que calmen nervios, tenemos asuntos futboleros que distraen mentes.

Eso sí, mientras Cristiano decide si se va o se queda, sabes que tu amigo Enrique se hartará de tila los dos próximos meses.