Veo en un diario digital un álbum fotográfico con imágenes de catorce guapos y guapas de la nueva política española: Pedro Sánchez, Albert Rivera, Begoña Villacís, Teresa Rodríguez, Eva Aizpurúa, Rita Maestre, Andrea Levy, Raül Romeva, Borja Semper, Tania Sánchez, Iñigo Errejón, Arantza Quiroga (mi preferida) e Inés Arrimadas (la única con dos fotografías en vez de una, será la preferida de nuestro insigne redactor). Habría que añadir, como mínimo, a Toni Cantó , de nuevo político profesional tras su ingreso en Ciudadanos.

Es una gran noticia que España produzca políticos tan guapos. Escribo esto con asombro, pues hasta ahora no había caído en la cuenta de que ser guapo no es óbice para ser político (y viceversa).

Felicitémonos: vivimos en una nación corrupta y esquilmada, pero que al menos va a ser dirigida por un heterogéneo colectivo de figurines que podrían lucir modelito en la Pasarela Cibeles. Hemos cambiado la labia de Rubalcaba y el bigote gangoso de Aznar por la percha de Pedro Sánchez y de Begoña Villacís .

¿Qué mueve a estas estrellas de celuloide a arrojarse de cabeza a las cloacas de la política? ¿Poder, reconocimiento social y mediático, deseos de mejorar el mundo o solo querencia a un buen sueldo? Aún está por ver si el manido eslogan de la regeneración política tiene fundamento o es solo la fanfarria que los jóvenes y guapos políticos entonan para hacerle la cama a los viejos y feos dirigentes de este país.

La política no solo envilece sino que además envejece y afea. Dentro de poco, estos maniquíes de la política no nos parecerán tan atractivos- ni tan regeneradores.