El hombre que el pasado sábado subió al escenario de Eurovisión para enseñar su culo a medio planeta mientras cantaba Jamala, la ganadora de 2016, sigue siendo noticia: resulta que podría enfrentarse a cinco años de cárcel. Y esa es la noticia, al menos en España: que alguien pueda ir a la cárcel por «hacer un calvo». Es lo peligroso de pasarse de idiota no en España (paraíso sin castigo para tontos) sino en Rusia, donde al parecer existen leyes. También existen las leyes en España, lo sé, pero está por descubrir para qué.

Un día después del festival de Eurovisión, el Niño Sáez, el mayor butronero de Madrid, era acribillado a balazos en un ajuste de cuentas. La pregunta que nos hemos hecho muchos después de leer su extenso currículum (más de cuarenta delitos por participar y dirigir robos durante más quince años) es qué demonios hacía en la calle y no en la cárcel.

Pero España no es Rusia, y viceversa. Aquí se percibe que todo está permitido gracias a unas leyes muy laxas. Nos hemos vuelto tan políticamente correctos con la alucinación de la reinserción en las cárceles que estas parecen un lugar de reposo para que los presos reposten energías (por desgracia no para convertirse en chicos buenos sino para volver a delinquir). Pero ¿quién va a proponer endurecer las leyes? ¿Acaso los políticos, muchos de ellos encarcelados o a punto de estarlo?

El tipo que enseñó el culo en Eurovisión había protagonizado escenas similares con personajes famosos como Leonardo DiCaprio, Madonna, Will Smith o Adele. Se le acusa de vandalismo con agravantes, aunque aquí diríamos de él que es tan solo un tonto compulsivo.

Si este joven va finalmente a la cárcel descubrirá, demasiado tarde, que estaba en el escenario equivocado en el país equivocado cantando la melodía equivocada. Que se venga a España a hacer el tonto: aquí podrá enseñar el culo o, si lo prefiere, robar con total impunidad.