Un día después de hallarse en Irak 11 ojivas capaces de transportar armas químicas, el jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix (Uppsala, Suecia, 1928), se entrevistó ayer con Tony Blair, el máximo aliado de George Bush. Difícilmente encontrará Sadam Husein un presidente ejecutivo de la Unmovic tan neutral como este profesor de Derecho Internacional y abogado metido a político (ha sido miembro de la delegación sueca ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y también ministro de Exteriores en 1978).

Blix tomó posesión del cargo en marzo del 2000. Fue presentado por Francia y Rusia después de haber sido rechazado el candidato de Estados Unidos y el Reino Unido. Blix había sido durante 16 años (1981-1997) director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y conocía a fondo el tema iraquí. Cuando en noviembre pasado empezó la inspección, dejó claro que su misión era verificar el desarme impuesto por la ONU tras la guerra del Golfo, aunque precisó: "Nosotros no estamos en Irak para humillar al pueblo".

La citada neutralidad de Blix nunca entusiasmó a Bush. En abril, la prensa estadounidense informó de que la CIA había investigado en vano a Blix a instancias del vicesecretario de Defensa Paul Wolfowitz. ¿Por qué? El Pentágono no se fiaba de él. Nada nuevo bajo el sol.