Ala política se llega por el camino estrecho del amor o por el torrente desbocado del odio. Si se les antoja gruesa la palabra odio, podemos echarle agua al vino y dejarla en rencor. Dicen que Arzallus, estando en el convento, sufría, por hablar en vasco, las burlas ácidas de sus hermanos en Cristo; y creció torcido. La vida no siempre acaricia, y los burros, en habiendo palos, tienden a la coz. La naturaleza humana deambula entre el bien y el mal, entre el servicio y la venganza, entre el ideal y el interés. Raramente de la siembra del rencor se recoge otra cosecha que hez, bilis y la semilla de más rencor.

El PSOE es ejemplo palpable. Pedro Sánchez es un cainita de tomo y lomo. ¿A quién ha venido a servir Pedro Sánchez sino a sí mismo? Tras él, todos los descolocados del partido. Si tienes cuentas pendientes, Pedro Sánchez es tu hombre. Un tipo a las puertas del poder, aún con menos méritos que Zapatero. Borracho en gloria de garrafón. Pero siendo eso malo, no es lo peor. Lo peor es que, frente a él, no hay sino más de lo mismo. Los colocados del partido no han sido capaces de presentar un medio candidato de cierta altura. La política de partidos es un despropósito. ¿Cómo es posible que no haya en el partido socialista, entre los miles que lo militan, tres candidatos de cierta enjundia? ¿Qué currículum presenta Susana Díaz, amén de ocupar pista como encantadora de serpientes en el circo de la política desde los diecisiete años? ¿Quién es Pedro Sánchez sino un botarate que ha llevado al partido a sus peores resultados electorales desde que el partido es partido? ¿Cuándo va a terminar la carrera Patxi López, si en diez años no pasó de primero? Lamento ser tan crudo, pero estamos hablando de tres candidatos a regir los destinos de España, no de una bolsa de trabajo municipal para desempleados. El PSOE se ha metido en el charco de las primarias y se está ahogando. ¿Dónde está el debate de las ideas? ¿Dónde la esperanza? ¿Dónde la altura de miras? No hay sino emociones, limpias unas, cochinas otras, pero siempre enconadas.

También en Extremadura es la hora de los cainitas. Ahora, cuando el tiburón huele la sangre, a Vara le bufan los sanchistas. Dicen que Eva María Pérez viene de la mano de Ibarra. El partido culebrea entre los que viven de él y los que aspiran a vivir de él. Y estos últimos, sin duda, prefieren que la coctelera se agite. Los otros, los colocados de treinta años, avalan a Copito de Nieve. El bolsillo es siempre cobarde. Interinos hay muchos. Decía Luis XIV que cada vez que cubría una vacante le salían cien descontentos y un ingrato. A Vara los cien descontentos se la tienen jurada. Y de paso le recuerdan que nació señorito. Los rencorosos nunca perdonan nacer entre algodones. También es verdad que a él tampoco le ha importado nadar de orilla a orilla con tal de ser presidente. ¿Es socialista Vara? «Señora: ha tenido usted un presidente», le dijo la partera a su madre. Si gana Susanita, el ratoncito extremeño saldrá vivo del congreso regional. Si gana Pedro, el lobo se comerá a Caperucita en caliente. Miguel Ángel Gallardo, uno de esos tipos que aspira a meterle trienos al cargo, tan de novela negra, tan sanchista él cuando Sánchez mandaba, ha reculado a la espera de caballo ganador. Calculen.

Y mientras, tristes destinos los nuestros, nadie en el PSOE es capaz de levantar la voz y decir: «Lo del PNV, el PP y los presupuestos es bochornoso; aquí tenéis cinco, seis votos, porque España y los españoles van por delante». Estamos huérfanos de patria. La mies de los murmuradores es mucha.