N 1o existen guerras justas. Ni guerras limpias. La guerra es cruel, y siempre provoca víctimas entre los combatientes y los no combatientes. La aviación nazi al servicio de Franco arrasó Gernika. Los aviones de Hitler machacaron Coventry y Londres. Los aliados se ensañaron en Berlín y Dresde y borraron del mapa Hiroshima y Nagasaki. Miles de civiles de uno y otro bando murieron. La aviación israelí atacó en la noche del sábado al domingo un edificio de viviendas en la localidad de Qana, en el sur del Líbano, provocando una matanza de civiles: casi 60, la inmensa mayoría mujeres y niños. La peor carnicería de esta guerra no declarada.

Días atrás, el intelectual israelí Amos Oz escribía que en la actual ofensiva contra la guerrilla de Hizbulá no había diferencias en Israel entre belicistas y pacifistas, porque todos estaban unidos tras una causa que también estos últimos consideraban justa, pues no se trataba de invadir y ocupar el Líbano, sino de acabar con los ataques terroristas sobre territorio israelí. Los pacifistas hebreos deben reaccionar, porque no hay guerra antiterrorista que justifique una táctica militar igualmente terrorista consistente en aterrorizar y matar a la población civil y en destruir las infraestructuras de un país que con grandes esfuerzos se estaba recuperando de una devastadora contienda civil. El derecho de Israel a defenderse no le da bula para convertirse en agresor.