La vida política tiene un sinfín de obligaciones, una de ellas la pérdida de la privacidad por cuanto quien la ostenta se convierte en personaje público. Pero no por ello un político deja de tener vida privada y mucho más quienes le acompañan, en primer lugar su familia. Es por ello que se tiene que condenar de forma vehemente cualquier escrache o mecanismo de presión sufrido por un político en su domicilio particular, ese sitio privado que nadie tiene derecho a quebrantar por muy pública que sea la vida de sus moradores. La portavoz del Grupo Municipal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Badajoz, Julia Timón, sufrió la noche del jueves un escrache durante la madrugada en las puertas de su domicilio por parte de vecinos de distintas barriadas que protestaban por la falta de inversiones previstas en los presupuestos municipales. El papel que ha tenido esta representante en la aprobación de los presupuestos de Badajoz de un gobierno en minoría es evidente, pero lo primero que debe existir es el diálogo y seguidamente los cauces de protesta reglamentados en la ley, nunca invadir una esfera privada como mecanismo de presión. Si alguna razón pudiera tener la protesta, ésta se pierde de facto con la fórmula empleada para exteriorizarla.