La mayoría de las economías desarrolladas han roto la racha negativa y han crecido en el tercer trimestre. Se sabía que Estados Unidos creció de julio a septiembre el 0,9% y ayer se supo que la zona euro lo hizo el 0,4% cuando el trimestre anterior aún caía el 0,2%. Tras cinco trimestres negativos, los países del euro salen de la recesión.

La tendencia a la recuperación es general, pero de distinta intensidad. Alemania y Francia viven su segundo trimestre de convalecencia, mientras que Italia, Holanda y Bélgica empiezan a repuntar ahora. Y otros países como España, que entró en recesión un trimestre más tarde, o Gran Bretaña, siguen decreciendo. Pero, en tasas anuales --es decir, la cuenta del último año y no del último trimestre--, nuestra economía tiene ritmo europeo. En nuestro país el Producto Interior Bruto (PIB) ha caído en ese período el 4%, frente a una media de la zona euro del 4,1%, que llega al 4,8% en el caso de la locomotora alemana.

Los análisis de los especialistas indican que la economía española tardará todavía dos trimestres más en salir de la recesión porque el peso de la construcción es mayor y la deuda del sector privado (empresas y familias) es aún excesiva. Por suerte, en esta coyuntura tan adversa, el dato positivo ha sido que el bajo endeudamiento del Estado ha permitido una política fiscal compensatoria la cual, como admitía hace poco un informe del BBVA, ha suavizado la recesión. Y las exportaciones ya notan la reactivación mundial. El Banco de España pronosticó una caída del 0,4% del PIB, que finalmente se ha quedado en el 0,3%. El resumen de estos datos es que, aunque en los últimos vagones y con deberes suplementarios a los que enfrentarse, la economía española viaja en el convoy de la recuperación europea.

Sin embargo, no se pueden lanzar las campanas al vuelo. La recuperación en la zona euro se ha logrado con una política monetaria muy laxa y contando con el fuerte apoyo de los estados. Es decir, con medidas excepcionales que no se podrán mantener por mucho tiempo. Y la gran incógnita es si esta recuperación, dopada desde el sector público, será sostenible cuando acaben los estímulos. Además, flota el temor a que sea una recuperación perezosa en la creación de empleo. Estados Unidos ha reaccionado, pero la tasa de paro alcanza el 10,2%, su peor dato en 28 años.

El mundo sale de la peor crisis desde 1929, pero con serios interrogantes. Por eso los gobiernos y bancos centrales deben ser muy cautelosos antes de retirar las fuertes medidas de apoyo fiscal y monetario. Cancelarlas antes de tiempo podría llevar a un peligroso rebrote de la inflación, pero precipitarse comportaría una segura recaída y un dramático aumento del paro.