El desafío nacionalcatalanista es una cuestión que sigue marcando la actualidad. Puede condicionar un futuro Gobierno y puede comprometer nuestro estado de bienestar. De ahí su trascendencia. Máxime si tenemos en cuenta que la partición de un país europeo no es un problema estrictamente nacional sino que se torna comunitario.

A pesar de ello, el argumento esgrimido de que el territorio segregado quedaría fuera de la Unión Europea no parece resultar demasiado disuasorio para los secesionistas, empeñados en obviar los perjuicios económicos y sociales que tal situación podría acarrear.

LO SORPRENDENTE es que la burguesía catalana, que es el estamento social del que históricamente han surgido los movimientos independentistas, se encuentre apoyada por fuerzas que se autocalifican como progresistas. También llama la atención que la izquierda más radical apoye la celebración de referendos para la autodeterminación de los pueblos de España. Una de las principales características de la izquierda ha sido siempre su internacionalismo.

La abolición de las diferencias sociales y la consecución de un mundo igualitario exigen --según defienden sus postulados políticos-- actuaciones a escala internacional, para lo que resulta más conveniente abolir fronteras y no crearlas.

Por el contrario, siempre han sido las clases más acomodadas y dominantes las que han promovido los movimientos separatistas en el mundo. En Hispanoamérica, las guerras de independencia estuvieron capitaneadas por criollos, principales detentadores del poder económico.

La independencia norteamericana también la firmaron fundamentalmente sectores burgueses partidarios del librecambio. Desde esta perspectiva histórica no se entiende bien que la izquierda populista se alíe con la burguesía en la reivindicación secesionista. Menos aún, cuando el apoyo que la izquierda pueda prestar a los movimientos separatistas supondrá legitimar en España el proceso de segregación de las regiones ricas de las menos desarrolladas, lo que constituye un palpable ejemplo de insolidaridad, impropio de los movimientos políticos que dicen luchar por la justicia social y la igualdad de todos los pueblos.