Está sobradamente demostrado que la realidad es una cosa y la forma en que la presentan los periódicos, otra. De ahí que a menudo el mismo hecho al volverse noticia no se parece en nada a sí mismo y depende del color del diario que leamos. La información veraz e imparcial parece ser una utopía, y no hablo de opinión pues es claro que ahí sí depende de la legítima variedad ideológica de los medios cuya oferta es enorme y nada controlable por el poder democrático. Así el lector "orgulloso de ser de derechas" se refugiará, pongamos, en La Gaceta para consolarse, indignarse o lo que le pete y el progresista de pro se extasiará en otras páginas leyendo las cuales probablemente se cargará de razón. Otra gente variopinta buscará en Internet la inmediatez, gratuidad, humor y libertad absoluta. Me parece justo y necesario, higiénico y desmitificador. Paseen ustedes por el Mundo Today , encuéntrense con titulares como "Indignados acampados en los Picos de Europa denuncian la indiferencia mediática" o "Bic venderá bolígrafos ya mordidos. Está claro que la gente los prefiere hechos una mierda" y me entenderán.

Pero cuando se trata de información objetiva, de la traslación de la realidad pura y dura, la cosa cambia. Y ahí el ciudadano está en su derecho a exigir que la noticia se atenga a la verdad. Así leo un enorme y esperanzador titular en La Razón del jueves: "El gobierno prevé que España crezca entre el 0,3% y el 0,5%. 2013: fin de la recesión", me animo, hago números y sueño con que mis veteranos colegas y yo nos libraremos de impartir cinco horas al día de clases a cuarenta y siete jovenzuelos. Pues no. Dice el País que "La sombra de la recesión se alarga. El enorme ajuste fiscal y la crisis europea postergan la recuperación a 2014". No hay quien nos libre. Está claro que ninguno de los dos miente a lo bestia, pero también que no hay peor falsedad que una verdad a medias. Manipular es la peor forma de engañar. Y observo cierta prensa de prestigio en España que se dedica a ello con recalcitrante entusiasmo.