Se lo tengo dicho a la DGT, al antiguo MOPU y al actual Fomento: lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Pues ni caso. Pero el personal conductor está en un continuo sin vivir. Cuando no es el cinturón, es el radar y cuando no es el radar es el móvil y cuando no es el móvil es la sillita del niño. Y pese al tono que empleo, no estoy en contra de nada de esto. La sangría del tráfico en España es sencillamente escandalosa y creo, de verdad, que todas estas medidas pueden ayudar a disminuir las cifras de los accidentes.

Pero ... --siempre hay un pero-- nos llega la noticia de un conductor que iba a 260 kilómetros por hora. Le pilla el radar correspondiente --que al parecer estaba en una recta larguísima--, se hace la denuncia, se procede a la retirada del carné y el asunto llega a los tribunales. Fin de la historia: el conductor es absuelto, se le devuelve el carné y ahora va a reclamar daños y perjuicios a la Administración por el tiempo que no ha podido conducir. Que alguien tenga la bondad de explicarlo. O sea, que al conductor de los 260 le van a tener que indemnizar --presuntamente-- y a otro pobre, por no llevar el papel del seguro le multan con una pasta --ojo: digo por no llevarlo, no por no tenerlo--. Pero eso es lo de menos.

Aquí lo que importa es si la DGT y su código de circulación están o no dentro de la ley. Y la duda no es baladí a la prueba de la sentencia. O se equivoca el juez o se equivoca la DGT, pero las cosas no cuadran.

Ni se puede ni se debe ir a 260 por muy bien que esté la carretera. Pero eso --que lo sabemos nosotros-- convendría decírselo al juez o explicar al ciudadano el porqué de esa sentencia razonada. Que sea la DGT quien salga a la palestra y se explique si sus normas son o no justas. Si lo son, que expedienten al juez y si no lo son o pueden ser interpretadas con diversos criterios, que nos lo hagan saber. Pero sobre todo, que la DGT y Fomento, racionalicen el tema de las velocidades y pongan los radares donde de verdad hay peligro y no recaudación. Ya sé que no pueden conducir por mí, pero también sé que pueden hacer por todos un montón de cosas que no hacen.