Los ataques aéreos que el ejército israelí está llevando a cabo contra la franja de Gaza, no tienen justificación posible para darles la razón ante la masacre de tantas víctimas inocentes que están creyendo. Israel está respondiendo a la ofensiva de Hamás por los ataques con misiles transportados en los cavados túneles de conexión con Egipto, eso es cierto, pero de una forma tan desproporcionada que sus bombas de racimo y de fósforo están matando a placer, como en una ratonera, a pobres habitantes desamparados y criaturas indefensas. Es de lógica aplastante que no acabará con Hamás y los suyos desde el aire, sólo podrá hacerlo con el Ejército de Tierra, pues las bombas asesinas van dirigidas sobre mercados y hospitales, haciendo de escudos humanos los voluntarios que se ofrecen a ayudar a las víctimas. Se está impidiendo a médicos y ambulancias llegar hasta los heridos; con lo que su guerra justa es la injusticia más cruel de los últimos tiempos. Tiene otro motivo Israel que enmascara astutamente valiéndose de lo anterior, y son las próximas elecciones generales.

Ante todo esto, la UE muestra una vez más su enferma lentitud frente a problemas tan graves y la cobardía ante las naciones influyentes que pueden parar el genocidio que están sufriendo los palestinos. ¡Basta ya de no querer hacer frente a lo que por humanidad se reclama! ¡Basta ya de temer a las potencias! Los cadáveres de niños tendidos en el suelo de los hospitales claman al cielo. Ocho de una misma familia, cinco de otra, incluidos sus padres. El sufrimiento se hace insoportable. La impotencia llaga a las almas. Siempre ocurre lo mismo: el pueblo llano, grande en corazón, no tiene suficiente poder para parar esto. Y los que tienen poder no lo paran al carecer de corazón. Pesan más los intereses. Hoy, Israel ha matado a 33 refugiados en dos escuelas de la ONU. ¿Dónde tocará mañana?

José Gordón Márquez **

Azuaga