El Centro de Investigaciones Sociológicas acaba de revelar la última fotografía política de nuestro país. Los datos ponen de manifiesto un acercamiento del PP al PSOE en intención de voto: la diferencia entre ambos partidos es la menor de las registradas desde las elecciones de 2004, apenas un punto y medio a favor del PSOE. Inmediatamente las formaciones políticas han buscado la interpretación más favorable a sus intereses, como siempre. El PP habla del evidente desgaste del Gobierno. El PSOE de la fortaleza de su proyecto que se mantiene pese a lo que ha llovido. Seguramente los dos tienen su parte de razón en el análisis aunque yo creo que el PP, y especialmente Mariano Rajoy , tienen más razones para la preocupación. Desde las elecciones que le trasladaron desde la mayoría absoluta a la oposición apenas ha recuperado tres décimas de apoyo entre los votantes, y los datos revelan que el apoyo que recibe el PP es mayor que el que concita su líder, que suspende y se sitúa por detrás de otros dirigentes como Gaspar Llamazares .

XEN TODOx caso, el problema mayor que presentan estos sondeos electorales es que no se van a celebrar elecciones de inmediato. El equilibrio entre ambas formaciones puede romperse en cualquier momento por cualquier circunstancia y esa debe ser la mayor preocupación del partido que ahora gobierna, la de intentar cerrar lo antes posible y de la mejor manera algunos frentes que permanecen abiertos y cuya resolución, sin duda, tendrá consecuencia en las urnas.

Pero mientras todos, políticos y analistas, sacan la lupa para analizar los decimales, el último barómetro del CIS proporciona un dato espectacular sobre el que se aplica la sordina. Dice el estudio que el 45% de los españoles se declara insatisfecho con el funcionamiento de la democracia, frente a un 50% que se declara muy o bastante satisfecho. Este sí que es un dato que merece ser observado con la mayor preocupación, sobre todo si se pone en conexión con otros que ponen en evidencia un cierto hartazgo del electorado, como del de la elevada abstención de las últimas citas con las urnas o el de la percepción que los ciudadanos tienen de la clase política, a la que consideran el séptimo problema del país.

Parece que los ciudadanos expresan a gritos su cansancio mientras los partidos sólo se preocupan de echar cuentas sobre lo suyo. Algún día, espero que sea más pronto que tarde, los partidos deberán reflexionar sobre este fenómeno, perfecto caldo de cultivo del que pueden surgir fuerzas que pongan en cuestión todo el sistema. Que gane uno u otro partido en las elecciones generales no pone en cuestión la calidad de nuestra democracia, pero la desafección de los electores, que parecen lanzar una llamada de atención elocuente en este barómetro del CIS, sí. Esa ha de ser la primera entre las preocupaciones de los partidos. Y después, a ganar elecciones.

*Periodista