Algunas vocaciones de apariencia pacífica afrontan a veces riesgos imprevistos. La de escritor, por ejemplo, si uno la comparte con el sacerdocio.

Ser sacerdote y escritor cuando uno intenta publicar en una editorial nacional es como provocar un choque de trenes. Jesús Sánchez Adalid (Villanueva de la Serena, 1962) calló una condición (la religiosa) cuando Ediciones B aceptó publicar La luz del oriente , de la que escribió una continuación, Félix de Lusitania . Calló no fuera a ser que diera al traste con la condición literaria. Al cabo del tiempo se anunció tal cual era a sus editores. La relación entre ambos ha crecido y ahora que presenta La tierra sin mal (hoy en el Colegio de Abogados de Cáceres, 20.30 horas), se rodea de gentes de la alta cultura en Madrid (el escritor y secretario de Estado de Cultura Luis Alberto de Cuenca), firma en las ferias del libro más importantes y sus obras se venden aritméticamente y hasta son editadas en bolsillo (El mozárabe ).

"Solo busco entretener al lector" ha declarado en ocasiones Sánchez Adalid (que también estudió Derecho), para reafirmar que esa es su única preocupación como escritor. Novelista histórico, empezó en la antigua Emerita Augusta, prosiguió en los años de la dominación árabe y acaba, de momento, en la época de la expansión española en América, el más reciente, que no el último, de sus viajes al pasado.