TNto comparto esa obsesión de algunos por descalificar, buscando argumentos hasta debajo de las piedras, a las fuerzas emergentes de la izquierda, del mismo modo que me rechina cuando éstas, tratando de diferenciarse en muchas ocasiones del tronco de donde han salido, intentan, por todos los medios, hacer un análisis de pureza de sangre, introduciendo en el imaginario colectivo opiniones hacia la supuesta traición de los partidos centenarios y del susto que presuntamente se llevarían sus fundadores si nos vieran. El caso es que compartimos muchos valores juntos y que ciertamente las críticas que nos hacen llegar hay que valorarlas, en multitud de ocasiones, desde un punto de vista positivo, pues nos tienen que hacer reaccionar ante prácticas anquilosadas y que, obviamente, nos están llevando a dar una marcha atrás en la lógica progresión que tendríamos que tener ante la evidente fractura social que está ocasionando la lamentable gestión de la derecha. Estoy completamente seguro que sus mensajes nos ayudarán a mejorar.

Por otra parte, es de conocimiento común que están realizando una estrategia de comunicación plausible. Mientras que el PSOE no ha sabido rentabilizar adecuadamente el retroceso que la inacción y las malas prácticas conservadoras logran ocasionar en la ciudadanía, grupos como Podemos han sido eficientes y eficaces a la hora de transmitir los mensajes de hastío de buena parte de la sociedad española. Sus principales plataformas, las redes sociales y los medios de comunicación (aparte de los entornos académicos) han mostrado el acierto de sus formas. Ya nadie puede considerarlos unos 'frikis' ni fruto de una tarde de primavera. Es la hora del respeto. El binomio formación extraordinaria, con escaso o nulo peso en la gestión se tiene que romper partiendo de una cualificación apropiada y, sobre todo, que sobre ellos no existe, de momento, el lastre de la corrupción, el nepotismo o todo aquello que ha encenagado la política habitual en los últimos años.

Esta segunda Transición de la que se quieren hacer protagonistas no debe realizarse fagocitando a sus hermanos de la izquierda, si encima partimos de la base de que muchos han salido de sus filas y fundamentalmente porque, entiendo, no les gustará buscar que la gente piense que se tiende al pensamiento único, tan denostado, en otros tiempos. Quizás sea más lógico conseguir compartir espacios, no buscar la crispación, aunar educación y contundencia en sus postulados, como tan bien vienen haciendo. Los objetivos parecen claros, los matices dejémoslos en el camino. Juntos podremos.