TAtcostumbramos mucho a quejarnos de nuestra juventud. Realmente, en todos los tiempos, las generaciones por los que han pasado más años se quejan de las actitudes y manera de afrontar la vida de los que vienen detrás. Y nuestros lamentos son sobre los comportamientos sociales de estos jóvenes y sobre su rendimiento escolar y laboral, por lo general.

Pero, ¿cuándo ha existido una juventud mejor formada e informada que la que ahora tenemos? ¿Cuándo unos grupos que sepan unirse para acciones sociales, solidarias, tan variadas y ejemplares como las que hoy existen? No, debemos reflexionar con un poco de objetividad. Como profesor de adolescentes y jóvenes con muchos años de experiencia, veo unos chicos y chicas cada vez más inquietos, más al tanto de lo que ocurre en su mundo cercano y en el lejano, en la actualidad y en la historia que se nos ha legado.

Cualquier tema que se debata saben relacionarlos con otros que están teniendo lugar en su ciudad, en nuestro territorio, en cualquier sitio del mundo. Poseen la información y saben utilizar los mecanismos para obtenerla y completarla: desde los medios de comunicación de masas a los que ofrece la tecnología informática actual. Poseen la capacidad de análisis y crítica para comentarlos y enjuiciarlos. Y los recursos para valorarlos y situarse, pronunciarse ante ellos.

¿Cuál es el porcentaje de titulados técnicos que tenemos, de diplomados superiores, de universitarios? ¿Hubo alguna vez más? Entendámoslo: tenemos una juventud preparada, útil, apta, más que válida. Pero, ¿qué perspectivas de futuro les tenemos preparadas en el mundo laboral más allá de subcontratos y contratos-basura? ¿Qué accesibilidad a un hogar, en lo material? ¿Qué mundo de ejemplos en la cultura, el arte, las relaciones sociales, la política, le damos en general?

¿No seremos nosotros los que nos vemos en el espejo cuando les estamos criticando?

*Historiador y dirigente del PSOE