WLw a Orquesta de Extremadura (Oex) no desaparece. Esa es la buena noticia, anunciada ayer por la consejera de Cultura, Trinidad Nogales, y por el presidente del comité de empresa de la Oex, Esteban Morales. Se disipa felizmente la amenaza que pendía sobre los 56 músicos y 7 administrativos en nómina de que fueran despedidos mediante la fórmula de un Expediente de Regulación de Empleo extintivo, y aunque todavía hay incertidumbres en el medio plazo, puesto que el compromiso del mantenimiento de la institución solo alcanza hasta dentro de doce meses, se deja atrás la situación delicadísima por la que ha atravesado.

Todas las partes han hecho sacrificios y, por ello, todas las partes merecen una ovación por haber antepuesto la voluntad de acuerdo sobre todo. La Junta, porque no hay que olvidar que la difícil coyuntura por la que atraviesa la Oex se debe a una gestión deficiente que había que reconducir en un momento de riguroso control del gasto; y los músicos y administrativos, que han asumido el severo recorte de sus salarios en más de un 15%. Para que se llegue a esta situación ha habido un saludable elemento externo: la presión social en pro de que la Oex continuara. El hecho de que se haya dejado notar una corriente solidaria y reivindicativa en torno a una agrupación minoritaria y cuya razón de ser es un 'producto' tan elitista como la música clásica es un síntoma de que Extremadura está dispuesta a defender elementos culturalmente imprescindibles en las sociedades desarrolladas.