Aquí lo que ha habido es un chantaje de Batasuna al Tour: dejamos la carrera en paz a cambio del pacto del euskera", decía Casimiro García-Abadillo en Radio Nacional de España para calificar el pacto del grupo vasco con el director de la vuelta ciclista, Jean-Marie Leblanc. "Sí, un chantaje y un secuestro moral y político del euskera", insistía Juancho Armas Marcelo, y Carlos Dávila remataba arrimando el ascua a la sardina de su visceral madridismo: "Habría que retirar el Príncipe de Asturias al Tour, porque tenía más motivos para recibirlo, por ejemplo, el Real Madrid, que ha cumplido 100 años. La marca del Madrid es cien veces más importante que la del Tour..." Frenaron la pasión blanca y desbordada de Dávila, y todos coincidieron en que estaría bien dejar sin el trofeo a monsieur Leblanc.

En Onda Cero, Francesc Sanuy veía en el acuerdo de Leblanc "un incidente que no tiene más gravedad que la del pacto con el diablo". Javier Nart le contestó con lengua de martillo pilón: "El Estado francés sabe bien lo que es el nacimiento de la bestia. Los derechos de la lengua vasca nadie los discute, pero sí se discute con quién se está hablando... Y es miserable que el Gobierno vasco diga ahora que se trata de un ataque al euskera".

Fermín Bocos quiso separar el polvo de la paja: "Es una torpeza de Leblanc por la que no se puede castigar a todo el Tour". Raúl del Pozo se alineó con Nart (caña a los franceses), y Sanuy con Bocos. No sabían que el Parlamento Europeo estaba a punto de obligar a monsieur Leblanc a bajarse de la bici y romper su pacto con el diablo.