ESPECULACION

La verdad del trasfondode la crisis

Joaquín García Mayo

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Hay que insistir en que la gravedad de la crisis viene marcada por la deriva especulativa de las inversiones durante los tiempos de las vacas gordas orientadas a obtener plusvalías al precio que sea como ha pasado en esta ocasión. La liberalización mundial de los mercados con políticas de libre comercio, dejando que la Ley de la oferta y la demanda sea la que regule los precios, nos ha llevado al mayor fracaso del sistema financiero capitalista mundial.

La especulación de los precios originada por la Ley de la oferta y la demanda les puso en bandeja a los grandes especuladores del mundo, para que amasaran grandes fortunas, mientras que dichas políticas dejan en el paro a millones de trabajadores e hipotecados a la mayoría de ellos para la mitad de sus vidas.

Un ejemplo de ello, es que países como los Estados Unidos y otro partidarios de dichas políticas neoliberales sin ningún control de los precios por los países, los han arrastrado a la situación de tener que dar marcha atrás en sus políticas de no intervención, y reconocer públicamente que donde dijeron antes digo, ahora han tenido que decir Diego y salir en ayuda de las empresas privadas y los bancos de sus correspondientes países, con dinero público de los impuestos de los contribuyentes.

Y otro ejemplo negativo de esta ley de libre mercado mundializado y abierto a la competencia, es que la mayoría de los productos que se producen en el mundo son para la exportación y si los países compradores tienen algún problema financiero por no haber hecho bien sus deberes, el problema repercute colateralmente muy negativamente en los países productores de dichas mercancías.

AMARGA REALIDAD

La otra Navidad

Raúl Lozano Montosa

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Entró en el bar con un abrigo roído, unos pantalones de pana desgastados, unos zapatos rotos y unas gafas de pasta de otro siglo. Se dirigió a la barra contando las monedas en su mano y le pidió al camarero un vino blanco templado. Sacó tabaco negro, y mientras con la mano izquierda lo encendía, con la derecha agarraba el periódico deportivo.

Cuando nos miramos comprendí que la Navidad no pasaría por su casa. No había esperanza ni ilusión en aquellos ojos vidriosos y cansados de ver cosas que seguramente no habrían querido ver. La tristeza que transmitía solo era comparable con el rostro de alguien que lo ha perdido todo y ni siquiera tiene fuerzas de recuperarlo.

Apuró su segundo vino y salió igual que había entrado, con la cabeza agachada y sin hacer ruido.

Salí del bar y observé cómo atravesaba el parque. Caminaba entre niños paseando con sus abuelos, parejas cargadas de regalos, luces navideñas de bajo consumo- Pero su mirada seguía con un punto fijo, el suelo. No se inmutó ante toda aquella abrumadora felicidad que le rodeaba, y se perdió entre las calles.

Seguramente cuando brinde estas navidades me acordaré de ese rostro cargado de la realidad de los que no tienen nada, de los que no sufren la crisis porque hace demasiado que viven con ella, de los que en casa solo les esperan recuerdos de tiempos mejores y una cena con cubiertos para una persona.

A todos aquellos a los que, en estos tiempos, les falta algo más que el dinero para ser feliz.

¡Felices fiestas amigo!

QUEJAS SOBRE LA TELEVISION

Falsa caridad

Noemí Simón

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El otro día vi un programa de una cadena de TV privada que intentaba ablandar el corazón de la gente pidiendo juguetes para una niña, el pago de facturas que unos ancianos no podían abonar y una silla de ruedas eléctrica para una chica. Si yo pudiera ayudar, lo haría, aunque en vez de regalar juguetes o una silla de ruedas eléctrica --cosas prescindibles-- daría de comer a quien no tiene nada. Pido a los responsables de esas cadenas que dejen de hacer que nos sintamos mal y que, en cambio, sean caritativos en vez de pagar millones a personajes como Luis Roldán y Julián Muñoz y a otros vividores que van a sus programas. Me da vergüenza ajena ver lo que veo.

p Publicidad abusiva

Rafael Oriol

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Estuve viendo el sábado, 20 de diciembre, la película Esfera , en TVE. Durante su emisión se emitieron cuatro tandas de anuncios, de las cuales la más corta fue de 10 minutos, lo que no hacen ni las cadenas privadas. Así, una película de dos horas dura tres. Es intolerable el trato que recibimos los espectadores de las cadenas públicas.