MERIDA SUBE IMPUESTOS

Drácula cobrarála contribución

Sandra Guzmán González

Mérida

A los ciudadanos emeritenses nos tiene contentos nuestro ayuntamiento. Sobre todo ahora, que debe de haber crisis. Y digo debe porque ellos parece que no se han enterado. O a lo mejor por eso, porque hay crisis y tienen que recaudar más dinero del, ya de por sí achuchado, bolsillo de sus ciudadanos.

Por eso no se les ha ocurrido otra idea más brillante que la de subir el valor catastral de las viviendas y su respectivo suelo a mucho más del doble, casi el triple (hablamos de una vivienda muy modesta en una barriada pobre, en otros casos mucho más). Y para que no notemos muy de golpe semejante atropello, han decidido que, en lo que esta medida afecte al IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles, o sea, contribución), se reparta a lo largo de diez años. No siendo que si vemos de golpe semejante burrada de subida nos dé por protestar. O incluso se nos ocurra ponernos a pensar y preguntarnos por qué en un pueblo-ciudad como Mérida, el coste del recibo de la contribución es muchísimo más elevado que, incluso, en grandes ciudades (algunas de ellas con problemas de suelo que podrían encarecer este impuesto y que, sin embargo, es menor).

Un impuesto, además, sobre un bien tan necesario como es la primera vivienda, y por tanto, de dudosa justicia social. Un impuesto exageradamente alto que ahora, además, han aumentado sin ningún pudor (subidas desorbitadas que afectarán a todos los pagos que se basen en esta tasación municipal).

Pues menos mal que estamos en crisis, porque si no el ayuntamiento habría contratado directamente a Drácula.

LABORALJ. Jorba Mas Correo electrónico

En estos tiempos de crisis, con una tasa superior al 14% de paro y con constantes expedientes de regulación de empleo (ERE), todavía hay empresas que continúan con su actividad. En muchas de ellas los empleados se ven sometidos a jornadas de 12 o 14 horas diarias. Cuando se habla de la jornada de 35 horas semanales, de los tiempos de trabajo y de descanso para proteger la salud y la seguridad de los trabajadores y, sobre todo, cuando hay tantas personas en paro, ¿no sería más lógico que la Administración controlara las jornadas laborales a partir de las horas estrictamente establecidas? De esta manera, tal vez las empresas deberían contratar a más personal. Es posible que algunos trabajadores no cobraran tanto dinero, pero otros no se verían abocados a la mendicidad como lamentablemente ocurre. La Administración y los agentes sociales deberían luchar por el cumplimiento de estas medidas teniendo en cuenta que el Estatuto de los Trabajadores establece que no se pueden realizar más de 80 horas extras por año.

NUEVOS TIEMPOS PARA EL SEXO

La era de Vito

Maribel Núñez Arcos

Badajoz

A los que vivimos nuestra adolescencia en la España del Cuéntame , nos educaron entre tabúes que aquella sociedad nos inyectaba directamente en vena. Y el sexo era el tabú por excelencia, el pecado más denigrante y más vejatorio, sobre todo para las mujeres. Porque si un muchacho era un picaflor, ese era un machote. Pero, ¡ay, de aquella moza algo ligera de cascos-!. Una fresca y una desvergonzada. Lo peor que podía pasarle a una soltera era tener fama de habérsela repasado unos y otros.

En mi pueblo, las parejas iban a la era de Vito, ubicada en las afueras, para apaciguar la constante revolución de hormonas y feromonas. Y, como en todo pueblo que se precie, al día siguiente la noticia era de dominio público. En el pueblo de mi marido el nido de amor estaba tras los setos del parque, lugar poco recomendable cuando el cura, linterna en mano, sorprendía a los tortolitos en acto de servicio. En la capital, los campos, ya estuviesen sembrados de lechugas o de melones, constituían el refugio ideal para aparcar lo mismo un 600 que un Simca 1000, en cuyo interior, y a pesar de la dificultad, se podían desatar las pasiones reprimidas.

Esto ya es historia. En lo que a Cupido se refiere, corren nuevos tiempos, afortunadamente. Hoy en día, con la que está cayendo, nos ocupan asuntos más apremiantes. Paz y Amor.