AGRACEDIMIENTO

Al hospital Infanta Cristina

Familia Arnelas-Domínguez

Valencia de Alcántara

Sirvan estas líneas para manifestar nuestro agradecimiento a la profesionalidad y al trato recibidos por Emiliana Domínguez por el equipo de la Unidad Hepatobiliopancreática formada tanto por los doctores Galeano, Octavio, Botello, Monuera, Santos, Fernández, Blanco, como por el personal sanitario adscritos a los mismos (enfermeras, auxiliares....), así como a todo el personal de la 2 Planta del Infanta Cristina que desde febrero, ante una gravedad extrema provocada por una pancreatitis aguda, supieron con su quehacer rápido y certero diagnosticar, evaluar y maniobrar con tratamientos y operaciones sobre Emiliana, que es causa de que podamos disfrutar de su presencia de una forma estable y segura como madre y esposa.

Agradecimiento por la paciencia ejercida, por la información en cada momento y por el trato amable y optimista que nos ofrecieron, desde el Servicio de Urgencia hasta la salida con alta de la consulta.

Todos, con su servicio, han puesto de manifiesto el crédito que tiene y merece el Infanta Cristina.

EL DEBATE TAURINO

Toreros cobardes

Jesús Rodríguez Reyero

Correo electrónico

En la fiesta de los toros, la mayor crueldad está en el cerebro de los espectadores. ¿Cómo puede una persona hacer la digestión, divertirse y deleitarse ante un espectáculo en el que, en principio, se sabe que existe la posibilidad, aunque sea remota, de que se produzca la trágica muerte del torero? Pero la valentía de los toreros no es más que una cobardía disfrazada. Es una explosión de todas las vanidades y egoísmos juntos al servicio narcisista de su exhibicionismo. A eso contribuyen la influencia intrínseca del peculiar ambiente taurino y el hambre desmedida de fama y dinero de muchos toreros. Con todo ello, los matadores se arman de falso valor y van por la vida orgullosos de hacer lo que hacen. La forma de matar a un toro, como cualquier otro animal, en el morbo festivo de los actos públicos, es una cruel infamia. Una maldad. Y, por tanto, una grandísima cobardía.

EL CRUCIFIJO EN LAS AULAS

Alternativas

Pepita Taboada

Correo electrónico

Cuando se empezó a rumorear la posibilidad de suprimir los crucifijos en las escuelas, por imposición del Gobierno, empezaron a surgir otras alternativas que permitieran contrarrestar esta triste y supuesta decisión de querer eliminar estos símbolos, quizás con la pretensión de borrar el significado religioso que supone la cruz ¡absurda pretensión!

Una de esas alternativas la ofreció un canal de televisión donde se comentó la resolución de un prestigioso catedrático --me duele no recordar su nombre-- que estaba dispuesto a retirar el crucifijo y en su lugar colocar una copia del cuadro de Velázquez que representa la magnífica pintura de Cristo en la cruz. ¡Sabia alternativa!

Al respecto, recuerdo haber leído de la existencia de un viejo palacio del duque de Abrantes en Avila y su dueño gozaba de un portillo hecho en la muralla, por donde podía salir directamente de la ciudad. Pero el municipio le obligó a cerrarlo. Lo cerró, pero abrió otra salida en distinto lugar del castillo y colocó en la ventana de la fachada principal una inscripción: "donde una puerta se cierra, otra se abre".

El historiador Martin Kugler ofrece algunas razones que muestran el pensamiento equivocado del Tribunal Europeo para los Derechos Humanos que ha decidido eliminar los crucifijos de las aulas de las escuelas italianas. Afirma el citado historiador, entre otras muchas razones, que "sacar a la fuerza el símbolo de la cruz es una violación, como lo sería obligar a los ateos a colgar ese símbolo".

NOVEDADES DEL TRANSPORTE

Taxi para calvos

A. G. I.

*Correo electrónico

La noticia de que circularán taxis conducidos por mujeres a disposición exclusiva de mujeres me ha dejado perplejo. ¿No queremos igualdad y suprimir las discriminaciones? Espero que pronto tengamos taxis específicos para toda clase de etnias, religiones, tendencias sexuales, partidos políticos, profesiones, simpatizantes de equipos de fútbol y delincuentes. Imaginemos esta escena: --¡Taxi, taxi!. Lléveme a... --No puedo. Tiene que buscar un taxi para calvos. --¡Mierda!