La dictadura castrista se ha vuelto a cobrar la vida de un ser libre más: la del disidente Orlando Zapata Tamayo, al que fueron asesinando poco a poco, como para que no se notase, como tratando de ocultarlo todo a los focos que pueden iluminar las miserias del terrorífico régimen tiránico que asfixia a Cuba y oprime a los cubanos.

Orlando fue condenado y encarcelado por protestar, por expresarse libremente, por pedir la democracia en Cuba, por ejercer pacífica, activa y responsablemente su papel de ciudadano. Esos fueron todos los crímenes que cometió. Y, por ellos, tuvo que padecer no sólo la privación de libertad, sino también las humillaciones y torturas de las que se sirven los verdugos para tratar de minar la salud física, hacer mella en la psique e intentar --en último término-- amputar el alma a esos hombres y mujeres que no se resignan a ver, por más tiempo, a su pueblo cautivo.

Es gracias a hombres y mujeres como Orlando, dispuestos a sacrificarse, a entregar hasta el último soplo de sus vidas por la causa de la libertad, a los que se debe la conquista (un día ojalá no muy lejano) de la propia libertad y de la democracia en Cuba. Serán mujeres y hombres como estos los que, donde quiera que se hallen, en el cielo o en la tierra, podrán gritar: Viva Cuba verdaderamente libre!

Antonio Galván González **

Calzadilla de los Barros