Siempre he tenido la sensación cuando hemos planeado vacaciones, que Lisboa era destino de segunda cuando se trataba de ir al extranjero, no me digan por qué, porque ni siquiera yo lo sé, pero así era, nada más lejos de la realidad.

Quizás por tenerla tan a mano, quizás porque no tenga nada, aunque lo tiene todo, quizás porque sus luces de neón sean el color pastel de las fachadas y el gris de sus calles la luz que invita a la nostalgia, a la amistad, a la simpatía y empatía entre las decenas de nacionalidades que confluyen por sus barrios, quizás porque aquellos que descubren Lisboa no quieran que se corra la voz para evitar el turismo de lo tangible para preservar el intangible, quizás por todo esto y más, Lisboa sigue siendo ese lugar de vacaciones donde nunca caes que debes ir al menos una vez en la vida.

Lo cierto es que uno siente algo especial cuando vive Lisboa, cuando se sumerge por Chiado o en baja luz observa perplejo la comunión entre los asistentes cuando en una típica tasca del barrio de Alfama se desgrana un Fado a escasamente un metro, despertando sentimientos y sentidos. Nostalgia y melancolía, alegría y tristeza, pero todo bajo una plácida sonrisa.

Lisboa anima a preguntarse por qué no vine antes y por qué no quiero marchar. Comentando ciertamente esta extraña sensación, me comentan que es lo que la gente enamorada de Lisboa relaciona directamente con el vocablo Saudade.

Saudade al parecer es un sentimiento afectivo primario parecido a la melancolía que produce la distancia temporal o espacial a algo amado y el deseo de resolver dicha situación.

Lisboa no tiene un Coliseum como Roma, o una torre Eiffel como París, aunque el elevador de Santa Justa esté basado en él, un Big Ben como en Londres o una Muralla China, no hace falta que indique de dónde, pero tiene algo que todas y ninguna tiene, algo que no puedes fotografiar ni traer en un llavero, alma propia, alma forjada por lo mejor de cada uno, de los lisboetas y de los que como ellos sufriremos el Saudade cuando marchemos de ella.

* Maestro