TDticen que ZP no sabía nada del Creditazo y por eso dejó a Elena Salgado en evidencia. Que se ha pasado de lista pero por ahora no va a salir del Gobierno porque su imagen pasaría de mala a nefasta. A mí me cae bien la mínima y dulce ministra porque cuando no sabe qué decir balbucea, no insulta. La prefiero a ese señor de Getafe cuyo argumentario incluye el "tontos de los cojones" y que es uno de los que forzó la rectificación. No tengo nada en contra de que la gente se enriquezca rápida y honradamente pero dado que España no es lo que era en tiempos de Solchaga , me escama el celérico incremento patrimonial de Bono , vaya a pagar o no el impuesto de los ricos. Mas coincido con él en que la economía española necesita gasolina pero nuestra convivencia no y sobre todo en que se puede mantener un discurso duro en el fondo y correcto en las formas. Porque lo de insultar no es patrimonio de la izquierda aunque Guerra lo prodigara con diabólico ingenio, ni de la derecha, aunque Rita Barberá se haya despachado burdamente con ZP: "un incompetente, ignorante, inmoral político y miserable". Tampoco el ultraje es rasgo identitario de los nacionalistas como lo prueba Durán Lleida que es un perfecto caballero. Insultar --o patear-- es solo mala educación. Por eso lamento por igual la conducta de los senadores o los agravios de Koldo Méndez a los príncipes de Asturias y tampoco me agradan las palabras de Anasagasti , peneuvista de extraño peinado que llama a los egregios visitantes chupópteros y otros argumentos de similar enjundia. El insulto es práctica común entre la gente corriente y propio del registro familiar y coloquial; favorece el desahogo, la expresividad y a veces demuestra el proverbial gracejo español pero debe quedar fuera de la acción política donde solo tienen validez los argumentos, las propuestas y la crítica. Lo demás es impotencia y falta de discurso. No porque los políticos no se merezcan que el pueblo les llame de todo, sino porque les pagamos para que sean útiles. Para ponerse a parir a voces ya están los tertulianos.