Más de cien colectivos políticos y ciudadanos de nuestra región, entre los cuales se encuentran las dos fuerzas con representación en el Parlamento, PSOE y PP, han convocado hoy a los extremeños para que participen en Mérida en una manifestación conmemorativa de los 25 años de Estatuto y a favor del Estado de las Autonomías. Como se sabe, la idea de la concentración partió del propio presidente de la Junta en el acto institucional del Día de Extremadura.

Nadie duda de que el propósito es loable: el Estado de las Autonomías, emanado de la Constitución, representa la fórmula hasta ahora más exitosa de convivencia entre españoles en la edad moderna y merece la pena que sea defendido. Además, hay elementos para la inquietud por las tensiones centrífugas que pretenden superarlo.

Pero una cosa es la pertinencia y otra la conveniencia y la oportunidad. Y bajo esos prismas, la manifestación de hoy es polémica. Y no solo por el hecho de que la convocatoria parta del propio gobierno, que la convierte en algo así como en una marcha ´de adhesión´, tan poco corriente en un sistema democrático, sino porque no se ha tenido en cuenta la secular atonía de los extremeños a manifestarse. Y los organizadores, sin que nadie se lo haya pedido, han puesto un techo de participación muy alto, 15.000 personas, de tal modo que si no se reúnen, y en esta región no es fácil, se considerará un fracaso. Un fracaso, y eso sería aún peor, que podría ser entendido como un triunfo propio por los que no son partidarios del Estado autonómico. Ojalá no sea así.