TNto hay tiempo para ir al cine, me lo cuentan los amigos. Muchas horas de trabajo, los niños, diversas movidas... y encima es caro. Pues qué placer se pierden... y divertirse, pensar, emocionarse, aprender, relajarse... y meterse en la sala, la gran pantalla, la oscuridad y si van a primera hora poca gente... Una delicia vamos, que sería aún mayor si los de al lado no gritaran y si vinieran de casa merendados o si reservaran la cena para después de la película (qué banquetes de palomitas, refrescos, chocolatinas... con lo estupendo que son las cañas y las tapas después del cine)... Aunque quizás tenga razón mi chico cuando dice "si no te gusta que la gente coma, beba o hable en el cine quédate en casa viendo un DVD y no te quejes tanto". Sí, seguramente la tenga y, sí, seguramente me queje demasiado. Y además el otro día tuve una sala entera para mí solita y vi una película fantástica, Como los demás . Ya no me quejo.

No hay tiempo para ir al cine, decía, sobre todo en las grandes ciudades. Y un día alguien te pregunta oye, ¿tú que vas al cine, qué me recomiendas que me baje o que alquile en el videoclub así de lo que hayas visto en los últimos tiempos? Y tú por un lado no sabes qué contestar, que no eres ni crítica ni experta en cine, y, por otro, encantada de compartir los títulos de aquellos largos que de alguna manera u otra te han emocionado, ¿cuándo?, recientemente. A ver, pongamos en 2008. Y de repente varias películas te llegan a la cabeza y al corazón, sí, son ésas, y recuerdas que te estremecieron o te causaron desazón o hipnosis o te regalaron risas y sonrisas o te revolvieron las entrañas o te hicieron replantearte tus esquemas tan bien organizados o te regaron con un llanto inconsolable o te atraparon como un flechazo o te ganaron como un enamoramiento... y, en todo caso, no saliste igual que entraste...

Sí, son ésas... Antes que el diablo sepa que has muerto , Hace mucho que te quiero , Al otro lado , Los limoneros , El caballero oscuro , En el valle de Elah , En un mundo libre y Camino .

Y la semana próxima volveré al cine, y que cuchicheen, que se harten a comida basura y a bebidas llenas de aditivos, colorantes y amorfizantes... pero iré a sentarme frente a la gran pantalla, las luces apagadas y él, o ella, llamándome desde allá lejos (y tan cerca) pidiéndome que los acompañe y yo acompañándoles en su viaje; no sabemos si hacia el final del túnel o hacia lo más profundo de las tinieblas. Pero trataré de ir con ellos; y si efectivamente logran que vaya y lo viva quizás se lo cuente. Y si en la estación siguiente decido bajarme es porque realmente ni ellos necesitan que los acompañe ni yo necesito de su compañía. Y entonces me iré con otros y con otras, que en el cine no solo está mal vista la fidelidad sino que es perjudicial para la salud.