El presidente de «ni una mala palabra, ni una buena acción», ha decidido eliminar las ayudas a la natalidad.

Debe ser que como Extremadura ya no se encuentra entre las regiones con la tasa de natalidad más baja, pues nos podemos permitir el lujo de prescindir de ellas.

Unas ayudas que contaban con una cuantía superior para las familias residentes en los pueblos más pequeños.

Con una doble función: por un lado, se fomenta la natalidad y, además, se lucha contra el despoblamiento rural.

Según justificación de la Junta, estas ayudas se eliminan porque no están siendo efectivas. Y me pregunto, señor Fernández Vara, ¿qué medidas complementarias a esas ayudas ha impulsado para incentivar que los jóvenes decidan tener y criar a sus hijos en Extremadura?

Es más, ¿qué alternativa propone a estas ayudas que, a su parecer, van a solucionar el problema de la natalidad y el despoblamiento rural que padecemos?

El presidente de la Junta se lo está poniendo realmente complicado a los jóvenes de nuestros pueblos --cada vez hay menos-- para que decidan quedarse a vivir en nuestra tierra.

La Junta de Extremadura les está ofreciendo a nuestros jóvenes que se queden a vivir aquí a cambio de desempleo (la tasa de paro juvenil y femenino más alta de España), de impuestos elevados (la presión fiscal más alta del país) y de los sueldos más bajos del país.

Tenemos un gobierno en la Junta extremeña que ha olvidado a nuestros pueblos, vemos a diario cómo se nos va la gente joven, cómo están desapareciendo sucursales bancarias y, con la gestión que está realizando en transportes, cómo se van a quedar incomunicados por la desaparición de líneas de autobuses.

La Junta de Extremadura no tiene ni un duro, está totalmente quebrada y para intentar cumplir con ese objetivo de déficit que lleva tres ejercicios incumpliendo, está eliminando ayudas.

A estas alturas de mandato, suena a chiste aquello que Guillermo Fernández Vara dijo de arreglar las cuentas sin destrozar la vida de la gente.