El PSOE y el PP de Mérida se han enzarzado en una áspera discusión a cuenta de un presunto trato de favor que la policía municipal habría dispensado a Fernando Martínez, marido de la edil socialista Estrella Gordillo. Según la denuncia popular, Martínez interrumpió el tráfico y provocó un atasco en la avenida de Extremadura el pasado 15 de febrero. A pesar de que llegó la grúa para retirar su coche, la grúa se fue y el policía municipal que iba en ella no le sancionó. En el vídeo difundido por el PP se aprecian estos extremos, lo cual lleva al partido de la oposición a denunciar un presunto trato de favor por ser Martínez familiar de la concejal.

La actitud que ha tomado el PSOE ante este asunto resulta improcedente: ha echado balones fuera, utilizando la táctica del calamar, enrareciendo la discusión con un argumento que solo convence a los forofos: "También nosotros podemos hablar de vídeos y familias".

No es eso lo que esperan los ciudadanos del partido que gobierna su ciudad. Lo que esperan es rigor. Rigor significa que si tienen vídeos comprometidos y constancia de tratos de favor entre familiares del PP lo denuncien en las instancias que haya que hacerlo. Y, en este caso, rigor significa que si en el vídeo se aprecia que el marido de la concejal no fue sancionado cuando en las mismas circunstancias otro ciudadano cualquiera sí lo hubiera sido, el Gobierno municipal debe averiguar si ha habido trato de favor, y si lo ha habido depurar responsabilidades. La democracia significa que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, y las autoridades se comprometieron, cuando prometieron sus cargos, a cumplirla y hacerla cumplir.