XExl caso del militante socialista Fernando Huarte , que según informaciones periodísticas ejercía de espía del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), y mantuvo relaciones particulares y especiales con el lugarteniente de Alekema Lamari , uno de los terroristas suicidas de Leganés, participante en el 11-M, sin duda viene a complicar la posición del PSOE con respecto a lo que rodea al atentado. En mayor medida cuando, como parece razonable en un primer momento, nadie quiere "ni confirmar ni desmentir" esa condición de espía del CNI. No se van proclamando los nombres de los espías: todos sabemos que esa práctica quema , invalida o desactiva para cualquier tarea futura a tales espías. Pero, ¿no está ya sobradamente chamuscado este personaje que mantenía esa duplicidad y compatibilidad de tareas?

Es razonable que los populares hayan puesto el grito en el cielo. Esta vez está perfectamente justificado, y son pertinentes todas las preguntas que han comenzado a hacer y que seguirán haciendo: ¿Estaba informado de los propósitos de los terroristas del 11-M? ¿Hasta dónde estaba informado? ¿Compartió esas informaciones con su jefe natural del CNI, o con sus jefes igualmente naturales del PSOE? ¿Informó el Gobierno o el PSOE de esas circunstancias peculiares al PP?

Demasiadas preguntas en una materia tan delicada, sobre todo si se tiene en cuenta que los populares alertaron desde un primer momento de que los socialistas parecían tener información privilegiada sobre la autoría de la tragedia de los trenes de cercanías, desmintiendo las afirmaciones que hacía el Gobierno sobre la eventualidad de que fuera ETA. ¿Fernando Huarte era el informador privilegiado del que se valieron los socialistas en aquellas horas cruciales? Las dudas no disminuyen después de escuchar a José Blanco , que proclamaba que él sí tenía claro cuál era el objeto de sus visitas al lugarteniente de Lamari, Abdelkrim Benesmalil , y me consta que los miembros del anterior Gobierno también . ¿Es un reconocimiento de que el probable agente del CNI cumplía perfectamente su condición y cooperaba e informaba al Gobierno de turno de los resultados de sus tareas informativas? En tal supuesto, el Gobierno de Aznar habría estado al cabo de la calle de los conocimientos del tal Fernando Huarte, ahora mismo en el ojo del huracán. En todo caso, la opinión pública bien merece alguna explicación, y si es temprano mucho mejor que tarde, y más bien completa que otra que pueda alentar todavía más sospechas y lucubraciones sobre este asunto.

Es razonable que los populares hayan puesto el grito en el cielo. Son pertinentes todas las preguntas que han comenzado a hacer en torno al diputado: ¿Estaba informado de los propósitos de los terroristas del 11-M?