El univitelino es la unión de un óvulo y un espermatozoide que tras la fecundación se divide para crear dos embriones. El bivitelino son dos óvulos fecundados por dos espermatozoides que han formado dos cigotos. Son dos gestaciones distintas que se desarrollan a la misma vez.

Aclarado el título, si la semana pasada me quejaba de demasiados gallos reclamando la paternidad de un solo huevo, ahora la táctica a seguir es fecundar muchos huevos y que la gallina se quede con el pollo que lleve su marca genética, digamos su «antojo» preferido, el naranja, el azul o el rojo.

De momento ya hay dos potenciales pollos en forma de huevo, el MIR educativo y el recién bautizado DIR. La diferencia entre uno y otro es poca: el gallo y el «antojo» principalmente.

La principal diferencia es que en el DIR se suprimiría el máster de un año que actualmente habilita para la docencia para pasar al práctico, DIR, de dos años, previo examen selectivo.

Sin embargo, no crean que ahí quede la cosa. Del primigenio MIR educativo propuesto por el PSOE hace años al que actualmente se está proponiendo existen las mismas coincidencias que entre un huevo y una castaña. Si con anterioridad pretendía un grado, un examen para el máster y dos años de prácticas, ahora se plantea una prueba antes de empezar el grado para evaluar su futura interrelación educacional con el alumno y su vocación y un año de prácticas en la universidad, es decir sin compensación económica. Sería lo que llamaríamos un gemelo bivitelino del MIR.

La formación previa del profesorado debe y tiene que mejorar, no porque ahora no se esté preparado, que de hecho, con recortes, míseros sueldos y las cada vez más exigencias, han conseguido bajar a límites históricos el abandono escolar, sencillamente porque ahora es cada docente con su esfuerzo, con sus ahorros y con su tiempo libre quien se perfecciona, hace máster, estudia idiomas, TIC y se adapta a los nuevos retos sociales, individuales y generacionales de sus alumnos, y eso señores, no puede ser exclusivamente a costa de la profesionalidad del docente y sacrificio personal y familiar. Es obligación del Estado garantizarlas.

En fin, señorías, dejen de re-tocar sus huevos y los del resto y pónganlos encima de la mesa de una vez, que el pollo va a salir «mantudo».